- Se comprueba que, en el muro, la vida es más compleja que los debates que nos envuelven
En el pueblo donde paso el verano nadie diría que mañana sus habitantes, como los demás españoles, están llamados a votar en unos comicios que, seguramente, van a resultar cruciales. Ningún cartel colgado, ninguna pared empapelada, ningún mensaje despunta en sus calles limpias. Para quienes venimos de la gran urbe parece insólito, aunque ahora las campañas electorales son mucho más pulcras que las de antes cuando, brocha en mano, los militantes de los partidos colocaban el rostro de sus líderes en cuanta superficie veían vacía. Y, sin embargo, este lugar alberga los muros de un túnel que atraviesa la antigua N-I, ahora convertida en avenida, llenos de mensajes que se han ido acumulando con el tiempo, unos sobre otros, de manera que lo que vemos hoy se superpone a lo que se escribió años atrás. Puedo certificarlo, pues conservo fotografías tomadas de tanto en tanto, atraído por la estética final que configura ese amontonamiento de ideas, nombres, amores y odios; de vida, en fin.
En esos muros la política no está ausente, aunque se mueve en el terreno de la abstracción con un sesgo extremista, para nada electoral. Son lemas y signos alejados de la trifulca cotidiana que nos acompaña desde hace ya meses. Ahí está, por ejemplo, una esvástica y unas SS tachadas, que alguien descalificó con la inscripción «viva la república, hijos de puta»; y más abajo un «Madrid será la tumba del fascismo», así como, con mayor tamaño, un «Sierra Norte Antifascista», sin que por ello quede oculto un ya casi desdibujado «viva Franco». Claro que estos mensajes son minoritarios, porque lo dominante es el narcisismo de quienes quieren inmortalizar su nombre –como Pedriyo, Stephany, Cris, Anastasia, Olga, Manuel, Blanca, Lucía y Sofía– o su apodo –como Kext, Baba y Luci–. También sus odios –como el machista que califica a varias mujeres de «mamapinga», «cara papaya» y «maricona»–. No faltan los lemas lúdicos –«follar es lo mejor»– y hasta un elogio del onanismo. Resaltan los mensajes amorosos –«Miguel y Lucía, siempre te amo», «David te quiero»–. Se comprueba que, en el muro, la vida es más compleja que los debates que nos envuelven. Disfrutémosla, pasado mañana, en este cálido y apacible verano.