Juan Pablo Colmenarejo-ABC
- Quedan dos largos años de legislatura administrados por Sánchez a su imagen y semejanza. Cambiará de piel y se vestirá de centrista mientras suma los escaños de Podemos como si fueran suyos
Vuelta al ruido. A la campaña permanente. El calendario utilizado como campo de batalla. Sin tregua, ni sosiego. Tampoco planes de futuro, sino de corto, o como mucho de medio plazo. Desde 2015 no ha habido una sola decisión para las próximas generaciones. Siempre hay siguientes elecciones. El bloqueo lo inventó Sánchez con su «no es no» a un Gobierno de coalición (a la alemana) con el PP. Ni la pandemia ha podido con la arrogancia. Dice el presidente del Gobierno que en este tiempo la «humildad» ha sido la principal enseñanza. ¿Empezando por Su Persona? Gobierna de lejos, Ahora pretende conectar con la calle. De poco o casi nada le va a servir ya que ha calado una imagen que ni el gurú Iván Redondo fue capaz de reformar.
Quedan dos largos años de legislatura administrados por Pedro Sánchez a su imagen y semejanza. Palabras y sintagmas de relleno; gestos y muchas fotos para el álbum. Cambiará de piel y se vestirá de centrista mientras suma los escaños de Podemos como si fueran suyos. Precisamente por eso le resulta tan difícil recuperar la credibilidad.
Al otro lado, el PP espera a que el voto en contra de Sánchez se reagrupe como en su día frente a Rodríguez Zapatero. Diez años después, el número dos García Egea, promete que el programa electoral se cumplirá a diferencia de 2011, cuando un solo consejo de ministros fue suficiente para la espantada general. Inolvidable el ministro Montoro: «Hemos desconcertado a la izquierda», tras la subida del IRPF.
Casado ha mantenido viva la marca del PP, aunque lo ocurrido el 4M en Madrid demuestra que no tiene suficiente sin algo más que las siglas. Mantiene la negativa a renovar el gobierno de los jueces hasta que se modifique el sistema de elección de sus representantes. En Casado pesa la herencia de las promesas incumplidas en 2011. En el caso del poder judicial, no puede dar marcha atrás. Lo prometido es deuda. Eso sí, mientras mantenga el órdago no entrará en el club de los que el sanchismo perdona y tilda de moderados. Aunque después tampoco.