España es un importante centro financiero de la yihad en Irak y Afganistán y no hay mecanismo posible para evitarlo, según admitieron funcionarios españoles a los diplomáticos de la Embajada de EE UU en Madrid.
La financiación se canaliza a través de la red hawala, un sistema ancestral e ilegal de transferencias de fondos que utiliza Al Qaeda en todo el mundo, que no deja rastro y escapa de cualquier control monetario tradicional. La central financiera del hawala español es Dubai.
El hawala, un vidrioso sistema de transferencia informal de fondos, lo inventaron los chinos. Lo llamaban fei qian (dinero volador), y lo copiaron los comerciantes árabes para evitar los robos en la ruta de la seda. Los hawaladares tienen oficinas encubiertas en numerosas ciudades españolas y operan en una gigantesca cadena que va desde un locutorio de Logroño a una carnicería de Kabul, Londres, Karachi o Nueva Delhi. Se basa en la confianza y no queda nada por escrito, ni recibos, ni libros de contabilidad. Cuando un cliente quiere enviar desde Tudela 300 euros a Islamabad, el hawaladar comunica por fax el encargo a su contacto en esa ciudad y dos días más tarde un chico aparca su bicicleta frente a la casa del receptor, golpea con los nudillos en su puerta y le entrega el dinero. La cadena española de hawaladares ha servido para financiar atentados en todo el mundo y hasta Khalid Sheikh Mohamed, cerebro del 11-S detenido en Pakistán y preso en Guantánamo, la utilizó.
Una investigación de El PAÍS desveló en 2005 la ruta secreta de locutorios, carnicerías y tiendas de alimentación donde alrededor de 200 agentes hawala paquistaníes mueven más de 300 millones de euros al año sin control. Un año antes, el 4 de octubre de 2004, un cable secreto de la embajada de EE UU informaba a Washington de una frase lapidaria pronunciada por el subdirector del Ministerio de Asuntos Exteriores para Oriente Próximo Alberto Moreno: «Con la mejor voluntad del mundo no hay mecanismo en España para bloquear la financiación de los insurgentes en Irak, a menos que uno pueda demostrar que dichos insurgentes también apoyaron a los terroristas». Según la nota, Moreno «puso el ejemplo de Moqtada al Sader, claramente un insurgente al que el Gobierno iraquí podría querer incluir en un acuerdo político». En aquellas fechas, desde algunas mezquitas españolas se pedían colectas para financiar a la insurgencia iraquí.
En 2005 otro cable secreto señalaba a Dubai como la central financiera para las organizaciones de hawaladares establecidas en España, «incluyendo aquellos hawaladares con vínculos con el crimen y el terrorismo». La nota ponía su foco en la comunidad de paquistaníes en España, en especial en Barcelona, Bilbao, Santander y Logroño y aseguraba que los radicales juegan un papel logístico muy relevante mediante la facilitación a las células de Al Qaeda de documentos falsos y provisión de fondos para la yihad.
El informe de la Embajada de EE UU asegura que extremistas paquistaníes establecidos en Cataluña y la Rioja envían fondos a organizaciones ligadas a Al Qaeda como Lashkar-i-Taiba, Harakat-ul Mujahideenm Jaish-e Mohammad, Lashkar-e Jangvi y Yihad-e-Islami al Alami.
El 22 de septiembre de 2006, otro cable secreto señala que, según información procedente de Kabul, «hay hawaladares con vínculos en Pakistán y Afganistán operando en España». La nota asegura que Antonio Camacho, secretario de Estado de Seguridad, manifestó su interés en combatir estas redes de financiación y calificó estas investigaciones como «un gran desafío».
EL PAÍS, 17/12/2010