‘Laissez faire’

LUIS HARANBURU ALTUNA, EL CORREO 26/11/13

Luis Haranburu Altuna
Luis Haranburu Altuna

· El poder de los sindicatos abertzales parasita EiTB; la radiotelevisión cuyo presupuesto sufraga el Gobierno de todos los vascos tiene en el credo identitario su norma y su norte en la construcción nacional.

Adam Smith hizo famoso el lema de ‘laissez faire, laissez passer’ al defender la neutralidad del Estado ante el sabio juego de los mercados. Ahora, el ‘dejad hacer, dejad pasar’ del liberalismo económico parece haberse encarnado en la estrategia política adoptada por el nacionalismo jeltzale frente a la izquierda abertzale. El liberalismo pensaba que la mano oculta del mercado podía regular los flujos económicos y el nacionalismo, al parecer, piensa que el común patriotismo terminará por llevar las aguas a su cauce.

La política del ‘laissez faire’ es la que ha permitido a la izquierda abertzale adueñarse de algunos los órdenes de la vida pública. El PNV optó por dejar hacer a la izquierda abertzale y apoderarse de las principales instituciones guipuzcoanas. Algunos piensan que lo que el PNV pretende es desgastar a la izquierda abertzale, poniendo en evidencia sus carencias y su incapacidad para la gestión pública, pero los dos años transcurridos desde que las principales instituciones guipuzcoanas son gestionadas por EH Bildu parecen indicar que el desgaste político afecta más a quienes están en la oposición que a quienes las gobiernan. La izquierda abertzale está logrando su convalidación política, gracias a la cesión de poder que el PNV le hizo en su día. Es bueno y deseable que la izquierda abertzale adquiera los hábitos políticos de la gestión política, pero es cuando menos discutible que este aprendizaje lo haga a costa de la ciudadanía. En cuanto al supuesto desgaste político que la gestión conlleva, bien podría ocurrir que el PNV perdiera su batalla por la hegemonía en el seno del nacionalismo. No sería esta la primera vez.

En los primeros años de nuestra autonomía, cuando el ámbito cultural era un erial y el euskera trataba de alcanzar nuevas cotas institucionales, las escuelas de alfabetización desarrollaron un ambicioso programa de expansión. El Gobierno vasco creó una red de alfabetización con el concurso de ayuntamientos y de otras instituciones e instituyó HABE como motor del esfuerzo alfabetizador. En aquella ocasión, la izquierda abertzale optó por crear su propia red de alfabetización y lo que podía haber sido un programa consensuado, se convirtió en una lucha por la hegemonía en el campo del euskera. La izquierda abertzale se alzó con la victoria y el Gobierno vasco hubo de jibarizar su ambicioso plan institucional a favor de la alfabetización.

Lo acontecido en el campo del aprendizaje y divulgación del euskera volvió a repetirse con pequeñas salvedades en el ámbito del movimiento de ikastolas y ha tenido onda repercusión en el desarrollo de la red educativa vasca. Hubo un tiempo en el que el movimiento de las ikastolas y todo cuanto lo rodeaba, desde su promoción hasta su gestión, tuvo la virtud de ser un espacio común para cuantos se interesaban por el euskera y su suerte, hasta que la izquierda abertzale trató de patrimonializar sus valores; intento que, en buena parte, logró hasta escindir el movimiento e imponer su impronta en el mundo educativo. Los sindicatos abertzales se han valido de aquel movimiento que a todos perteneció para construir un baluarte desde el que demandan un nuevo curriculum y una nueva «educación nacional». También en el mundo de la educación, los jeltzales dejaron hacer y hoy se encuentran con que la educación vasca es, en buena medida, un sector al servicio de la construcción nacional en el que los sindicatos abertzales imponen su ley.

Pero es, tal vez, en el campo de la información donde mejor se observan las consecuencias de la política del ‘laissez faire’ del PNV. Los vascos tenemos un ente público que lejos de prestar un servicio público se halla infeudado por la izquierda abertzale. Los sindicatos abertzales constituyen un poder fáctico, que parasita la radiotelevisión de todos. En efecto, EiTB, cuyo presupuesto sufraga el Gobierno de todos los vascos en un 92% con la suma anual de 112.800.000 euros, tiene en el credo identitario su norma y en la construcción nacional su norte. Tenemos un ente público que ofrece una información acorde con los relatos de la izquierda abertzale, que ni el mismo Ejecutivo de Gasteiz es capaz de controlar. Es este el resultado de décadas del ‘laissez faire’ en el campo de la información pública que algunos, hoy, confunden con el derecho a la información profesional y veraz. Es ilustrativo, a este respecto, la negativa de EiTB a que el nombre de ETA se mencione en su plan estratégico.

La política del ‘laissez faire’ podría ser la muestra de una concepción liberal de nuestra democracia, pero, desgraciadamente, más parece significar el abandono y la dejación de los criterios y valores democráticos. Por temor, prudencia o cautela demasiadas veces se ha cedido, en virtud de ‘por la paz un avemaría’, ante el sesgo totalitario de la izquierda abertzale, y bien podría haber ocurrido que, cesión tras cesión, el PNV haya perdido su batalla por la hegemonía en el nacionalismo. Lo malo es que en este juego por la hegemonía entre aber-tzales el principal perjudicado es el ciudadano.

Conviene que estemos avisados sobre el curso que puede adquirir la política vasca a nada que el ‘sorpasso’ de la izquierda abertzale se afiance en las instituciones de todos. Los jeltzales serían los primeros damnificados. Temo que la sabia estrategia del ‘laissez faire’, más que una hábil añagaza maquiavélica, sea la manifestación de una endémica debilidad. Una debilidad manifiesta en lo ideológico y un complejo de inferioridad en lo identitario. Dos años han transcurrido desde que la izquierda abertzale se aupó a las instituciones guipuzcoanas y lejos de revisar su pasado tan solo se han afianzado en sus posiciones. Posiciones que consolidan gracias al ‘laissez faire’ del PNV.

LUIS HARANBURU ALTUNA, EL CORREO 26/11/13