Lamentable espectáculo

EL MUNDO 16/12/15 – VICTORIA PREGO

· El debate del pasado lunes, digan lo que digan los dirigentes socialistas, desesperados por arrancar unos cuantos votos que les saquen del desastre que anuncian los sondeos, ha asestado un golpe mortal a esta campaña electoral que ya termina. Fue una exhibición de mal estilo, de un modo extremadamente violento de traducir la discrepancia, y una demostración de mala educación deliberadamente elevada a la máxima potencia por Pedro Sánchez, el protagonista de este espectáculo deprimente que no puede haber llenado de votos las arcas socialistas más que si se trata de los votos de gentes sin desasnar.

Triste cosecha, entonces, para un señor que pretende auparse a la Presidencia del Gobierno de España. Con ese bagaje no debería aspirar más que a entrar en un centro de desintoxicación política y de reorientación ciudadana. Pero el daño no sólo se lo ha hecho a él y al prestigio de su partido, al que ha convertido ante la opinión pública en algo próximo a una banda de matones que celebra con risotadas y grandes palmadas en la espalda la hazaña de uno de los suyos que vuelve a la guarida después de haberle partido el espinazo a un señor que pasaba por allí.

Esto no es lo que se espera de un líder político en un país civilizado. El moderador del debate había dicho ante las cámaras antes del encuentro que se trataba de algo parecido a un contrato de trabajo en el que el empresario era el pueblo español y los aspirantes eran los dos hombres que iban a medir sus fuerzas y sus capacidades para conseguir ese trabajo. ¿Contrataría usted a un señor que insulta continuamente a su interlocutor, que no le deja hablar, que impide que la audiencia escuche lo que tiene el otro que decir, que se comporta con esa violencia verbal extrema? Es muy dudoso que una actitud tan impresentable, y tan impropia de lo que conocíamos de él, le reporte algún beneficio electoral al líder socialista.

Mala tarjeta de presentación fue esa para las aspiraciones del candidato y es seguro que la performance quedará en la memoria de los españoles como el episodio más desagradable de cuantos se han producido en tiempos electorales en la historia de nuestra democracia. Desde luego, la campaña se ha acabado después de lo presenciado el lunes. Todo lo que venga después arrastrará el ácido eco de esa desafortunada noche y ya no será posible que nada más levante el vuelo.

Flaco favor han hecho Pedro Sánchez y sus asesores a la vida política española, rebajada así a una deplorable disputa de taberna. Y para colmo, es muy probable que el objetivo buscado por el secretario general del PSOE no sólo no se cumpla, sino que se le vuelva en contra porque no hay que descartar en absoluto que votantes del PP que esta vez no le iban a dar su voto hayan reaccionado con indignación ante semejante espectáculo y hayan decidido respaldar a un Rajoy que quiso defenderse pero fue incapaz de imponerse a su contrincante.