José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 7/1/12
El Gobierno chino, haciendo honor a la perspicacia taimada y el desprecio a la libertad que connotan a las dictaduras, acaba de prohibir decenas de programas de entretenimiento en las 34 cadenas por satélite que operan en aquel gran país. Las autoridades chinas son perfectamente conscientes de que, hoy por hoy, la modulación de los valores cívicos, las grandes tendencias culturales y, en definitiva, las filias y fobias ideológicas, se cocinan en programas televisivos con audiencias masivas y contenidos aparentemente neutros pero que, en realidad, incorporan una enorme metralla -para bien y para mal- de carácter ético o inmoral, según los casos.
El efecto de las televisiones es similar en todos los países en cuanto a su capacidad para modular uniformidad en la opinión ciudadana e instalar modelos de comportamientos individuales y colectivos. Quienes manejan las televisiones son los grandes prescriptores ideológicos de las sociedades contemporáneas, especialmente si no se produce una sana pluralidad de medios y un equilibrio en la penetración y consumo de cada uno de ellos. Los medios de comunicación son gestores del conocimiento según una definición académica muy certera y, especialmente, la televisión, porque hace aprehensible mediante imágenes en tiempo real y con un lenguaje coloquial una gran cantidad de noticias y realidades. De ahí que la telebasurao el sectarismo como géneros, pero también como síntomas de irresponsabilidad de los editores de las televisiones, sean uno de los peores azotes culturales y éticos de los que padecemos en nuestro país.
En España la situación es extraordinariamente peligrosa por varias razones: 1) la tasa de penetración de la televisión es del 89% frente a la del 58% de la radio y sólo a la del 37,5% de los diarios tanto generalistas como económicos y deportivos; 2) el consumo de televisión se ha disparado en 2011 hasta las cuatro horas por persona y día, lo que implica un incremento de más de 45 minutos respecto a los tiempos de consumo de 1992; 3) las empresas televisivas que cubren la mayor audiencia sumada son las que preside José Manuel Lara (Antena 3, el 11,5%, y la Sexta, el 5,6%, ésta última recientemente absorbida por Planeta-Agostini) y la que gestiona el italiano Paolo Vasile (Tele 5, 14,2%, y Cuatro, 6,1%, también absorbida por la anterior); 4) esas cuatro emisoras generalistas de televisión -al margen de los canales digitales que operan bajo su órbita- acaparan el 85% de la inversión publicitaria en ese soporte; 5) las televisiones autonómicas en conjunto tienen una audiencia a la baja que en 2011 ha alcanzado el 10,4%, de tal manera que sólo uno de cada diez ciudadanos se interesa por sus programaciones; 6) La primera de TVE con un 14,5% de audiencia, a la que se añade el 2,6% de la segunda cadena, contrapesa la potencia de las generalistas de Planeta-Agostini y Mediaset , pero el modelo de su financiación -erróneamente diseñado en la Ley 8/2009 de 28 de agosto- está en crisis; y 7) Las TDT, en algunos casos, han sido un fracaso por motivos varios, y especialmente, las que deseaban explotar Unidad Editorial y Vocento, editoras de ABC y El Mundo, cuyo éxito quizás hubiese reequilibrado el mapa televisivo, sin olvidar el cierre de CNN+; aunque otro tipo de TDT -la temática- ha contribuido al aumento de consumo televisivo.
La recesión de la difusión sana de los periódicos es dramática; la tasa de penetración de Internet es todavía insuficiente para compensar la decadencia de la prensa de papel; la crisis de la publicidad continúa, pero esta situación favorece al duopolio Lara-Vasile, que se reparte el mercado casi a pachas
Este panorama de supremacía del consumo altísimo de televisión generalista comercial se ha convertido en un auténtico duopolio de Antena-3/La Sexta y Telecinco/Cuatro, muy robusto financieramente, en tanto el resto del sector amenaza ruina. La recesión de la difusión sana de los periódicos (es decir, venta en quiosco y suscripciones individuales) es dramática; la tasa de penetración de Internet (41%)es todavía insuficiente para compensar la decadencia de la prensa de papel; la crisis de la publicidad continúa (bajará la inversión en 2012 entre un 8 y un 10%) pero esta situación favorece al duopolio Lara-Vasile, que se reparte el mercado casi a pachas después de que el modelo de TV generalista que ideó la ex vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega se haya hundido.
El tremendo error de privar a RTVE de publicidad, haciendo depender su financiación de transferencias de las televisiones privadas y empresas de telecomunicaciones, además de una aportación presupuestaria e ingresos procedentes de la explotación del espacio radioeléctrico, ha hecho el resto. Los socialistas se granjearon, ciertamente, el favor de las empresas titulares de las licencias de emisión de televisión, pero precarizaron la pública y distorsionaron por completo el mercado de la publicidad, además de restringir -lo hemos visto con los inevitables y previsibles procesos de concentración- las opciones de los espectadores.
Magnates con un extraordinario poder social
Si no se encuentra un nuevo modelo de financiación de TVE que no cargue sobre el Presupuesto, ni ofrezca dudas de legalidad en la Unión Europea e incorpore la publicidad conforme a pautas novedosas (patrocinios de programación y no mera emisión de publicidad en porcentaje por hora emitida), los señores Lara y Vasile -ciertamente, muy distintos- serán dos grandes magnates con un extraordinario poder social y político. Y lo serán a través de la explotación como un negocio -difícilmente las televisiones muestran una línea editorial propiamente dicha, aunque quepa señalar muchas diferencias entre unas y otras- de concesiones administrativas del servicio público de TV.
Para conjurar este peligro de duopolio prescriptor no sólo sería bueno que el sector de los medios vaya superando la crisis con la adopción de modelos de negocio más viables que los actuales, sino también que se lograse la estabilización de una RTVE austera, eficiente y de auténtico servicio público que apostase por los valores cívicos sin necesidad de participar en la frecuentemente chabacana carrera del amarillismo, la populachería, la zafiedad y el mal gusto que incorpora como ingredientes inevitables latelebasura que tanto abunda. TVE ha sabido eludir estos riesgos en los últimos años mereciendo, en general, una buena opinión acerca de la calidad de su programación y el equilibrio -en las últimas semanas sospechosamente alterado- en el tratamiento de las cuestiones políticas, sociales y económicas.
La TV pública -y, obviamente, la radio- deben ser activos de la sociedad en su conjunto, tienen que vertebrar, servir de referencia y contribuir a construir criterios positivos tanto en el orden cultural como en el político. Y deben gestionarse, desde luego, con austeridad y rigor. Quienes sostienen que RTVE no es necesaria cometen un terrible error. Más todavía en estos tiempos en los que la debilidad del músculo financiero de los medios les conduce a planteamientos editoriales muy frágiles, al albur de intereses no siempre confesables, presas fáciles de planteamientos sectarios con irreversible destrucción de los valores deontológicos de la profesión periodística, una de las más dañadas material y moralmente en estos últimos años.
O se produce una reflexión profunda sobre el sistema mediático español, oJosé Manuel Lara y Paolo Vasile serán los nuevos y exclusivosciudadanos Kane de una España con escasas referencias intelectuales, éticas y cívicas.
*Los datos que aparecen en esta crónica proceden del resumen general de EGM Octubre 2010-mayo 2011 y de los estudios de Barlovento y Kantar Media publicados esta semana.
José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 7/1/12