Tonia Etxarri-El Correo
Los nacionalistas del PNV y los centralistas de Cs maridan mal
La fase 1 de desconfinamiento en la que en teoría vamos a entrar los vascos a partir de hoy lunes tiene truco. No es oro todo lo que reluce. Ni hay liberación donde permanece el confinamiento. Las comunidades autónomas que se han quedado en la fase 0 han arremetido contra Sánchez persuadidas de que el PNV ha logrado un plan ‘a la carta’. Los agravios comparativos parecen inevitables cuando la comunidad valenciana se ha quedado con la miel en los labios y la andaluza ha acogido la falta de permiso para Málaga y Granada como una «operación castigo» de la Moncloa. Pero en Euskadi vamos a seguir con nuestra movilidad reducida al ámbito municipal. Con la excepción añadida a última hora de poder visitar el territorio colindante si se practica deporte. Pero, en general, sin poder desplazarnos por la provincia. Es decir, luciremos los oropeles de la fase 1 pero reducidos a la fase ‘0,90’. El PNV, que tiene mucha más mili que Pedro y Pablo ha sabido negociar. Para que se aparente lo que, en realidad, todavía no es. Conseguida la cogobernanza y las garantías para que se celebren las elecciones autonómicas en breve, Urkullu ayer cambió de tono con Sánchez en la reunión telemática con las Comunidades Autónomas. Ya no puso el acento en que finalizara el estado de alarma. Por lo tanto, veremos si en estos quince días Pedro Sánchez, acomodado en su mando único, empieza, o no, a cambiar de registro. Con la aproximación más rigurosa a los datos de contagiados y fallecidos (parece mentira pero a estas alturas aún desconocemos cuántos mayores han muerto de coronavirus en las residencias) y un plan acogido a las normas que permiten las leyes de salud pública. Existe un consenso muy amplio, favorable a un funcionamiento que garantice el control de la salud sin tener confinada a toda la población. Desde el PNV a ERC, pasando por el PP. Y todos lo han ido expresando públicamente.
Desde la semana pasada, Sánchez está en una posición más frágil. Han cambiado las alianzas de la moción de censura (sale ERC, entra Ciudadanos). Se ha fragmentado el voto de la derecha que tantos réditos electorales suele darle. Y sigue beneficiándose del poder excepcional del estado de alarma gracias a partidos que ignora y gracias al Congreso con el que no cuenta para nada más que para utilizar sus votos. Pero sabe que la petición de poner fin a la excepcionalidad empieza a ser un clamor.
Tiene suerte, sin embargo, con socios críticos como el PNV. La mayor descalificación que le dedica Andoni Ortúzar es para llamarle «cabezota». Por si, después de estos quince días, tuviera la tentación de seguir prolongando el alarmante estado de alarma. Aunque no piensa cargar las tintas porque la clasificación de la fase 1 favorece un clima de normalidad para la campaña electoral. A los nacionalistas vascos les preocupan tanto las prórrogas del confinamiento forzoso como la entente recién estrenada entre Sánchez y Ciudadanos. El voto afirmativo de Inés Arrimadas al cuarto aplazamiento sorprendió al PP pero incomodó al PNV. Además de poner en guardia al vicepresidente de Podemos.
Son todo cálculos. Casado ya se puso el traje de estadista en las tres prórrogas anteriores. Y Sánchez ni siquiera se lo agradeció. Arrimadas necesitaba ganar visibilidad política. Y su voto afirmativo le costó caro porque se cobró algunas bajas notables. La izquierda política y mediática, la que nunca le votó ni votará, la aplaudió. Pero sus alianzas electorales con el PP siguen intactas. Lo ha querido puntualizar este fin de semana. Ciudadanos sigue en el mismo sitio. Gobernando con el PP en Madrid, Murcia y Andalucía. Y con la alianza electoral en Euskadi con Carlos Iturgaiz. Sánchez se ha rodeado de alianzas incompatibles. Los nacionalistas del PNV y los centralistas de Ciudadanos maridan mal. Un partido como el de Arrimadas, tan beligerante con el Cupo, le haría replantearse algunos apoyos al PNV. No es que le importe coincidir en votos en el Congreso. Le preocupa que la alianza PSOE y Ciudadanos se estabilice. Se está produciendo un cruce de intereses alrededor de Sánchez. Vendrán los temidos tiempos del rescate económico. Para entonces este presidente tendría que reforzarse. Zapatero gobernando y Rajoy en la oposición no necesitaron ni media hora para pactar el techo del gasto público. Con la mayoría que tiene ahora Sánchez, cogida con pinzas, y gobernando con Podemos no es el mejor aval para pedir ayuda en Europa.