Iñaki Ezkerra-El Correo
- Con 100.000 votos que arrancase al PSC, Ciudadanos ya habría cumplido su misión
Cuando, ante las generales del 23-J, Ciudadanos decidió no concurrir a ellas en nombre del voto útil para desalojar a Sánchez de La Moncloa, Génova expresó su gratitud al partido naranja por pensar tanto en España. Ahora el partido naranja propone al PP ir en coalición a las autonómicas catalanas del próximo 12-M y Génova le responde que «Cs debe asumir el mínimo espacio que tiene y el hecho de que ni siquiera concurrieron a las generales del 23-J». Dejando aparte las consideraciones sobre lo implacable que es la política y la ausencia de nobleza en la cúpula genovesa (la gratitud de ayer hoy se ha trocado en ‘si te he visto no me acuerdo’), la verdad es que no tiene ningún sentido que el PP y Cs vayan a los próximos comicios catalanes en coalición. El único servicio práctico que Cs puede prestar a España antes de multiplicarse definitivamente por cero es presentase a la cita catalana del 12-M en solitario y rascar al PSC unos cuantos votos de ese sector de su electorado que se halla descontento con la política sanchista, encarnada en Cataluña por Illa, pero que aún introduce en las urnas la papeleta socialista por pura inercia y porque va contra sus tripas cedérsela al PP o a Vox.
Con cien mil votos que Cs lograra arrancarle al PSC ya habría cumplido su misión en la Tierra antes de volatilizarse cuando lleguen las europeas y Adrián Vázquez se presente en ellas por el PP. En la formación naranja, o en lo que queda de ella, se habla en estos días de líneas rojas que no se han de traspasar y que son las que cierran el camino a la integración en las siglas del PP. Pero las líneas rojas de Cs son como las de Sánchez y, si ahora no las traspasa el partido en su conjunto, mañana las traspasarán sus miembros con ambiciones políticas, como lo hicieron hace un año doscientos cargos del naranjismo crepuscular y como lo hicieron antes personajes pioneros como Marta Rivera de la Cruz, sin aportar otra cosa que los dígitos bancarios para el cobro de sus nóminas.
No. No tiene sentido una coalición del PP y Cs en Cataluña para el 12-M, como tampoco lo tuvo la renuncia de Cs a presentarse en esa comunidad autónoma a las últimas generales, en las que podría haber arrancado al PSC los votos que le dieron a Sánchez la reedición de su mandato. Lo cierto es que ninguno de esos dos partidos necesita hoy alianzas, como tampoco necesitan enemigos porque ya los tienen dentro. El PPC tiene en Alejandro Fernández a un político coherente y sólido. Pero éste cometió el ‘error’ (o el acierto más bien) de discutirle a Feijóo su estrategia de guiños al nacionalismo. Y eso lo hace cuestionable como candidato. Cuando las encuestas dan al PP un ascenso espectacular en Cataluña, empiezan a pelearse. No tienen remedio.