Las «ciudades del cambio» declaran la guerra a la Policía

ABC – 29/05/16

· Los enfrentamientos y provocaciones de las marcas de Podemos crecen en intensidad.
· Polémicas permanentes Suprimir los antidisturbios y no atajar la venta ilegal ambulante son constantes de los populistas.

Si a alguien parecen haber sentado mal los nuevos ayuntamientos «del cambio» es a las policías locales. Lo que se vive en estas ciudades asociadas a las nuevas marcas populistas no tiene precedentes, cuando se cumple ahora el primer año de su llegada al poder municipal. Las quejas de los agentes van más allá de las tradicionales reclamaciones sindicales; se trata de enfrentamientos enconados por la gestión de estos Cuerpos, contra los que los regidores morados y sus concejales de Seguridad libraron auténticas guerras de trincheras durante su reciente pasado de «activistas».

Manuela Carmena tiene al frente del macroárea de Seguridad, Emergencias y Salud a un psicólogo clínico. Javier Barbero fue fundamental para convencer a la reticente exjuez de liderar la lista de Ahora Madrid. El problema es que los conocimientos del edil sobre asuntos policiales no van más allá de sus enfrentamientos con los uniformados en su nada lejana época de okupa. Católico practicante y de verbo casi eclesiástico, Barbero se ha revelado «un político nada dialogante y muy sectario», según la mayoría de los representantes de los 6.180 policías municipales que dependen de él.

Su demostrada ignorancia sobre seguridad le hizo nombrar director general del Cuerpo a Andrés Serrano, hasta entonces oficial de Medio Ambiente, afiliado primero a IU y después a Podemos. Desde el principio, la pareja dejó clara su hoja de ruta: aumentar las plantillas de los 21 distritos, una necesidad real; pero a costa de sacar esos efectivos de unidades como las Centrales de Seguridad o «antidisturbios», que consideran «represoras». La eliminación de los grupos especializados en la lucha contra la venta ambulante, la creación de un comité ético que fiscalice «casos de tortura policial», la puesta en marcha de una Unidad de Delitos de Odio que no sirve para nada (el Cuerpo carece de competencias)…

Hasta los jueces recelan y no comisionan ya a la Policía Municipal para desalojos de okupas, por temor a que los mandos políticos les avisen. Este resumen fue lo que llevó a 200 agentes a manifestarse contra él en febrero, haciéndole víctima de uno de esos escraches que el mismo Barbero tanto practicó entre 2011 y 2015. Pero no lo supo encajar, y esa tarde habló de que había sido víctima de «actitudes fascistas». Por estas palabras ha tenido que declarar como imputado por un delito de injurias. Y ahí sigue.

Barcelona Presiones a la Guardia Urbana

El enésimo desencuentro entre Ada Colau y su Guardia Urbana se ha vivido esta semana. El cuarto teniente de alcalde, Jaume Asens, habría presuntamente presionado a la abogada de un agente agredido con la rama de un árbol en la cabeza por un «mantero» para que no pidiera prisión para el vendedor ilegal. Lejos de ponerse al lado de sus agentes, Colau y otro edil, Josep Garganté, de la CUP, apoyan a Asens.

La actitud del concejal no es tan llamativa si se considera que fue grabado intentando convencer a un médico para que manipulara el parte de lesiones de un «mantero» tras la detención de este. Hasta el jefe del Cuerpo, Evelio Vázquez, ha exigido a la regidora, de Barcelona en Comú, que actúe contra su teniente de alcalde. Hace casi un año, a los diez días de tomar posesión del acta de concejal, los sindicatos policiales ya advertían del «odio patológico» de Asens hacia la Guardia Urbana.

Esta tensión ya se dio durante las críticas por «brutalidad policial» de la ahora alcaldesa en el desalojo de Can Vies, previo a su investidura. La situación es similar a la de Madrid: concejales que provienen del «activismo» más radical se ven ahora inmersos en la médula de ese sistema que rechazaban. Este paralelismo quedó reflejado en la reunión que representantes de ambas mantuvieron para confrontar sus ideas sobre los planes directores en materia policial. Entonces, se habló de uno de los puntos en común: la eliminación de los «antidisturbios» municipales, en el caso de Madrid, las UCS, y en el de Barcelona, las UPAS. E impulsar unas policías «de proximidad», como si acaso ya no lo fueran.

Cádiz Los policías piden a Kichi que se vaya

La extravagancia de José María González, Kichi, se traslada a los conflictos que tiene con sus agentes. En Cádiz lo que mantiene enconados a Ayuntamiento y Cuerpo son las trifulcas de (literalmente) campo de fútbol y (literalmente también) plaza de abastos. El extravagante regidor de la ciudad andaluza se ha puesto al lado de un vendedor ilegal de pescado frente a la actuación de los policías que le denunciaron.

También la armó en el Fondo Sur del Ramón de Carranza, donde acudió a ver el partido entre el Cádiz y El Ferrol. Un conocido suyo fue expulsado por la Policía Nacional por, supuestamente, haber insultado a los agentes. Kichi, siempre según la versión policial, exigió a un vigilante privado que permitiera a su amigo regresar al campo: «Si no, atente a las consecuencias», le habría espetado. Pero tuvo luego unos palabras con el jefe de Seguridad Ciudadana, que se mantuvo en mantener el veto al alborotador.

Estas y otro tipo de actuaciones poco «ortodoxas» han llevado a lo nunca visto: todos los sindicatos de la Policía Local, a izquierda y derecha, han firmado un manifiesto exigiendo al alcalde que se vaya: «No le consideramos digno de ser nuestro jefe».

Valencia Ni desahucios ni identificar a inmigrantes

La tercera ciudad de España en habitantes, después de muchos años en manos del PP, ha pasado a estar gobernada por Compromís, con el apoyo del PSOE y de la marca de Podemos València en Comú. Muy en la línea de Madrid y Barcelona, el alcalde, Joan Ribó, ha llegado a prohibir a su Policía Local que participe en desahucios y que identifique a inmigrantes. El tripartito defiende que la «alta frecuencia de los controles refuerza la sensación de inseguridad y provoca una alarma social fabricada artificialmente, degradando la convivencia y la cohesión social en los barrios». También ha eliminado la misa de la Policía Local, como Carmena en Madrid.

ABC – 29/05/16