ALBERTO AYALA-EL CORREO

Es lo que tiene llevar cuatro décadas al frente del Gobierno vasco -con la excepción del trienio 2009-2012 en que el socialista Patxi López ocupó la Lehendakaritza-. De controlar, con el PSE, casi todo el país. Que uno se ve con tanto poder que difícilmente entiende que alguien le cuestione nada: ni planes, ni opiniones antidemocráticas, ni corruptelas. Hablamos, claro, del actual PNV. Posiblemente el que mayor poder ha disfrutado en la historia. No sólo en Euskadi. También en Madrid. O en Navarra.

Lo anterior viene a cuento de la salida de tono protagonizada esta semana por el eficaz portavoz peneuvista en el Congreso, Aitor Esteban. Al político vizcaíno le molesta que Eneko Andueza, líder del PSE desde el pasado otoño, esboce de vez en cuando alguna crítica contra el PNV. Aunque estén tan justificadas como hacerlo contra la enésima salida de tono de Joseba Egibar defendiendo que son más vascos los que hablan euskera -que el partido tardó un día en corregir y en atribuir a una mala traducción, del propio partido- o para censurar la absurda pretensión jeltzale de que un Gobierno español de izquierdas pida perdón a Gernika por el bombardeo durante la Guerra Civil, cuando nacionalistas e izquierdas compartían trinchera. Todo sea con tal de seguir debilitando al Estado.

(Andueza) «está diciendo muchas tonterías», «está provocando», «a ver si nos vamos a cansar todos», soltó desafiante Esteban. Si no estuviéramos hablando de política, resultaría increíble tamañas palabras contra un aliado, como el PSE, que se ha mostrado algo más que respetuoso con el socio mayor desde que eligió afrontar la irrupción de Podemos al calor de la pequeña cuota de poder que le brindó el PNV hace nueve años.

Sería una sorpresa mayúscula que la sangre llegara al río. Den por hecho que no lo hará. Lo mismo ocurrirá con el enfado de Ajuria Enea con ese grupo de empresarios agrupados en Zedarriak que ha puesto negro sobre blanco una evidencia: que Euskadi ya no ocupa «posiciones de liderazgo».

El PNV no puede prescindir del PSE aquí -aún- y Pedro Sánchez necesita a los de Ortuzar -y a EH Bildu- en Madrid para agotar la legislatura ahora que no encuentra la manera de reconducir las relaciones con ERC tras las escuchas a independentistas catalanes.

El PNV lanzará de vez en cuando algún dardo envenenado contra los socialistas para contentar a su parroquia más abertzale -que el PSE replicará tibiamente siquiera por vergüenza torera-, pero mantendrá su apoyo a Sánchez mientras no vea otra alternativa más rentable. Como hizo con Rajoy.

Sí. Los problemas se acumulan para el Gobierno de izquierdas y las encuestas (el CIS de ayer) sitúan ya a las derechas cinco puntos por encima de las izquierdas. Da igual. Sánchez ha dejado claro que va a intentar resistir. Y si Europa echa otro capote y suspende, como todo parece indicar, las reglas de déficit y deuda por un año más, con más argumentos.