EL MUNDO – 05/02/16 – TEODORO LEÓN GROSS
· Mientras Sánchez emprende sus negociaciones multilaterales tratando de evitar la imagen de una timba de tahúres –según la vitriólica definición de la política de Pío Baroja–, en sus filas recurren a una vieja teoría para justificar las contradicciones: las dos almas. Su formulación resulta simple: el PSOE es un partido institucional de poder, con más trienios que ningún otro en La Moncloa, pero también es un partido progresista comprometido con la transformación social… ¿Qué alma se impondrá a la otra?
La teoría tiene su encanto, pero más vale no dejarse seducir por esos encantos de sirena: se trata de un camelo. Hace suficiente tiempo San Agustín ya desmontó esa coartada moral de los maniqueos: hay que asumir la responsabilidad, no justificarse con pamemas como ésa del duelo de almas. De hecho, el PSOE no se debate entre el poder y las ideas, sino entre poder sí o poder no.
Está por ver si en este tránsito, como apunta Sami Naïr en Francia, «el Partido Socialista puede desaparecer del mapa político». La pérdida de identidad no es ya un síntoma sino una patología. Y Pedro Sánchez se ha desentendido de rearmar el discurso del PSOE. Su pelea, sobre las ruinas del sorpasso ya materializado en el CIS, es por mantenerse en el cartel. Más que la intención de voto, ahora preocupa la intención de veto.
El PSOE, en fin, no tiene dos almas sino algo bastante más pedestre: dos caras. Y ahí Jano Sánchez trata de sobrevivir a su fracaso sobre una aritmética afortunada que le coloca en todas las ecuaciones. Tiene margen para el maniobrerismo ventajista. Al conformar su equipo negociador de momento ha hecho guiños al centro y al nacionalismo, pero también un gesto: excluir a Andalucía. Todos los puentes con el granero electoral del sur están rotos. Y sabe que Susana no juega con cartas marcadas: ella pisará Ferraz sobre su cadáver político.
Está entre la espada y la espada, pero tras haber visto en prensa su propio certificado de defunción, no teme nada peor. Usará la negociación como salvoconducto. En víspera del comité engañó a los barones para usar las bases contra el aparato –modelo relaxing CUP– y ahora tiene la ventaja real de llevar la iniciativa. No es raro que sienta que la cosa «empieza bien».
Sánchez tiene no sólo cinco minutos de gloria warholiana en el Telediario, sino varias semanas en prime time. Y ya disfruta del efecto el maillot amarillo da alas. Quien ejerce de líder, parece más líder. Ha aprovechado bien la espantada de Rajoy; con la ventaja de que el PP parece al borde de la clandestinidad por la marea negra de escándalos.
Coquetea con el pacto Frankenstein PSOE+Podemos+IU+PNV+(ERC+DiL) más allá de las líneas rojas, porque esa negociación le da una pátina izquierdista conveniente que ya ha escenificado con IU y Compromís. Y a la vez exhibe con Ciudadanos la cara de moderación presentando una hoja de ruta mimética a la de Albert Rivera. En definitiva, Sánchez no parece preparar la investidura insoluble de marzo, pero sí la investidura de julio tras el 26-J.
EL MUNDO – 05/02/16 – TEODORO LEÓN GROSS