Ibarretxe ha copiado a Zapatero. La primera pregunta de Ibarretxe, sobre un acuerdo para un final negociado de ETA, es la misma que la planteada por Zapatero al Congreso para legitimar su negociación con los terroristas. Y la segunda, la del acuerdo entre los partidos sobre el derecho a decidir, es la que aceptó Zapatero para la mesa de partidos con ETA.
El Gobierno viste de contundencia y hasta de indignación su respuesta al proyecto de Ley de Ibarretxe. Es ilegal, dice. Intolerable, he llegado a oír en medios cercanos al PSOE. Lo que sería perfectamente esperable y normal si no fuera porque las dos preguntas con las que el lehendakari pretende legalizar su delito anunciado de octubre son las dos preguntas sobre las que Zapatero negoció con ETA. Entonces, la izquierda las justificó con entusiasmo. Ahora se lleva las manos a la cabeza en un ejercicio de manifiesto cinismo y de manipulación retrospectiva.
Ibarretxe ha copiado a Zapatero. Con premeditación y alevosía, para ponerle en evidencia ante la contradicción ineludible: si usted dijo que sí a ETA a estas dos peticiones, no se entiende que diga no a quienes no somos terroristas. Ibarretxe obtiene su coartada política, a falta de la jurídica. Y Zapatero, una cruel ironía de su negociación con ETA que desnuda sus responsabilidades de forma tan efectiva como las propias actas de la negociación, las que se ha negado a mostrar a la opinión pública.
La primera pregunta de Ibarretxe, la de la petición de acuerdo para un final negociado de ETA, es exactamente la misma que la planteada por Zapatero al Congreso de Diputados para legitimar su negociación con los terroristas. Y la segunda, la del acuerdo entre los partidos vascos sobre el derecho a decidir, es la que aceptó Zapatero para la mesa de partidos con ETA. La mesa de partidos a la que dio el visto bueno. La que confirmó Rubalcaba. La que comenzó a andar pero fue frustrada por el aumento de exigencias de ETA, que no por el arrepentimiento de Zapatero.
Entonces, el PSOE sostuvo ambas cosas, tan poco democráticas como las de Ibarretxe, con la abierta manipulación de que se trataba de la misma negociación intentada por Aznar. Y sus votantes lo creyeron porque la ruptura de ETA les libró de comprobar la realidad.
Pero la realidad era ésta, la que rechaza escandalizada el Gobierno, ahora que la pide Ibarretxe en lugar de ETA. La del pacto con ETA y los nacionalistas para abrir la puerta a la secesión de facto del País Vasco.
Edurne Uriarte, ABC, 29/5/2008