ABC-IGNACIO CAMACHO
LA DERECHA PRIMOGÉNITA
POR ser las primeras del ciclo electoral que viene, las elecciones andaluzas van a tener una influencia esencial en la reconfiguración del centro-derecha en España. Un asunto diferido desde que la moción de censura de Sánchez dejara descolocado a Cs y al PP descalabrado y en desbandada. La decisión de Rivera (que no del candidato Marín) de retirarle la red a Susana Díaz ha determinado el signo de la campaña: será una contienda de bloques separados sin pasarelas ni medianas, dos modelos de sociedad enfrentados cara a cara. Pero dentro de cada sector ideológico se libra a su vez otra batalla, y así como en el de la izquierda está muy asentada la hegemonía de la socialdemocracia, en el bando contrario existe una correlación de fuerzas bastante igualada. La primogenitura del liberalismo a escala nacional va a depender en gran medida del modo en que en Andalucía se decante esa balanza.
El que más se juega en este envite es Pablo Casado. Rivera tendrá otras oportunidades en los siguientes asaltos, pero el flamante jefe del PP se va a ver en problemas si no supera su primera prueba de liderazgo. La competencia se dirime en ambos partidos a través de candidaturas de perfil bajo, lo que les resta opciones de sumar la mayoría necesaria para lograr el objetivo común de un cambio en la autonomía dominada por el PSOE desde hace 36 años. En realidad, tanto los populares como Ciudadanos van utilizar los comicios andaluces como plataforma de ensayo, como auténticas primarias de un duelo de ámbito más amplio por la primacía del voto moderado. Las encuestas los proyectan hasta ahora empatados, y si Juanma Moreno no consigue quedar por encima de su rival, aunque pierda bastantes escaños, Casado tendrá que hacer frente a una situación de pánico. Quedará cuestionado, sufrirá un severo deterioro de confianza y sus bases de apoyo interpretarán el congreso de julio como un paso en falso. En la política actual todo sucede muy rápido, incluidos los vuelcos en los estados de ánimo, de tal manera que el joven líder del PP carece de margen para arrancar con un fracaso.
La derecha sociológica –una vez que Cs parece haber asumido esa identidad frente a sus anteriores contradicciones y complejos– tiene pendiente la definición de su voto útil, esencial para recuperar el poder en su sistema de bipartidismo imperfecto. En este momento se encuentra, como hace dos años la izquierda, ante una división letal de su proyecto, y es probable que no vuelva a ganar hasta que ese déficit quede resuelto. Sea a favor de unas siglas o de otras, su electorado necesita decantar una prioridad si quiere volver al Gobierno. El actual empate técnico en Andalucía aboca de hecho a una coalición –en contra de los deseos de Díaz– entre los socialistas y Podemos. Y ése será también el modelo de la nación a plazo medio si no encuentra una concentración de energía electoral para detenerlo.