ABC – 07/01/16
· JPS y la CUP se citan hoy para un acuerdo de investidura que se adivina imposible.
· A la desesperada, el movimiento independentista trata a última hora de presionar a Junts pel Sí y la CUP para que antes del domingo lleguen a un acuerdo que impida que Cataluña celebre nuevas elecciones dentro de dos meses.
Entre las entidades soberanistas que han impulsado el proceso desde 2012 –la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, principalmente– se es perfectamente consciente de que las más que probables elecciones de marzo pueden significar un retroceso para los partidos secesionistas. Los mismos consiguieron mayoría absoluta de escaños en los comicios de septiembre, pero han sido incapaces de ponerse de acuerdo para investir a un presidente.
Entre el soberanismo se asume que se puede estar desperdiciando lo que ellos mismos definen como una «oportunidad histórica». Hoy, aunque las esperanzas son pocas, Junts pel Sí, la CUP y las entidades se han citado en el Parlament para seguir negociando.
En este contexto, y ante la percepción de que el proceso puede estar a punto de descarrilar, las entidades se han sumado, aunque no de manera explícita, al bando de quienes exigen que sea Artur Mas el que dé un paso al lado y permita así, con la investidura de un presidente alternativo a su persona que pueda ser aceptado por la CUP, que no haya repetición de las elecciones dentro de un par de meses.
De manera significativa, los presidente de la ANC, Jordi Sánchez, y de Òmnium, Jordi Cuixart, ya señalaban el pasado martes que reclamaban un acuerdo, pero sin «exigir condiciones», es decir, sin imponer la figura de Mas como sí está haciendo Junts pel Sí.
A modo de anécdota, el martes la ANC hacía pública una nota exigiendo a los 72 diputados independentistas –los 62 de JpS y los 10 de la CUP– que siguiesen negociando para un «acuerdo definitivo que permita la investidura de un presidente». Ayer, por el contrario, y en la nota con la que la entidad convocaba para esta tarde concentraciones para exigir ese mismo acuerdo, se recordaba la nota del día anterior, aunque cuando se citaba la necesidad de lograr la investidura ya no se hablaba solo de «presidente», sino que se abría el abanico, apuntando a un «presidente/a».
«Presidente/a»
La apelación a una hipotética «presidenta» puede que no sea casual en un momento en el que se ha puesto sobre la mesa la figura de Neus Munté, vicepresidenta en funciones de la Generalitat y ex alto cargo de UGT, como un posible nombre de consenso. Desde la CUP ya se ha señalado que ven con buenos ojos esta posibilidad.
En cualquier caso, es significativo el cambio de tono de la ANC y de Òmnium respecto a su primera reacción el pasado domingo tras conocerse que el partido antisistema rechazaba la investidura de Mas. En ese momento, Jordi Sánchez (ANC) llegó a pedir perdón públicamente por el hecho de que la entidad durante la campaña de septiembre llegase a recomendar el voto para cualquier partido independentista, incluida una CUP que luego sería calificada de «traidora» por el mismo entorno de la entidad. Otro tanto señaló la presidenta del Parlament y exlíder de la ANC, Carme Forcadell: «Siempre pensé que al final la CUP ayudaría a hacer realidad el mandato democrático del 27-S. No ha sido así. Me equivoqué, y mucho».
Posturas más enconadas
Pese a la presión de las entidades y la inquietud generada en el campo soberanista, parece muy improbable que la situación se desbloquee. A la reunión de hoy en el Parlament Junts pel Sí y la CUP acuden sin haber modificado una coma su postura expresada en los días anteriores, que ya se leyó en clave preelectoral. El propio presidente Artur Mas ya avisó de que por «dignidad» no proseguiría la «subasta de pescado» con la CUP, mientras que el partido anticapitalista no solo denunció el tono «insultante» de Mas, sino que volvió a exigir su retirada.
Así las cosas, a la reunión de hoy las formaciones llegan incluso más inmovilistas que hace pocos días. Ahora, casi más que de buscar un acuerdo que se asume imposible, de lo que se trata es de no aparecer ante la opinión pública como el responsable de no haber conseguido, o al menos intentado, el consenso. El papel lo borda con todo dramatismo el presidente de ERC.
En medio de unos y otros, las entidades, que han sido el motor civil del «proceso», asisten desconcertadas a un pimpampum político que temen desinfle el secesionismo. Para presionar han convocado para esta tarde concentraciones en Barcelona y en Gerona para exigir un acuerdo.
ABC – 07/01/16