Gregorio Morán-Vozpópuli
- Sorprende que nadie haya apuntado la singularidad de que los dos partidos hegemónicos en España fueran derribados por unos delincuentes del aparato del Estado
El verano es tiempo de pensar y leer libros gordos. Para los libros de muchas páginas es menester echar mano del papel; me cuesta imaginarme a alguien leyendo Guerra y paz en un móvil. Lo de pensar está más al alcance de todos aunque sea una herramienta en desuso, pero inclinémonos a la tentación de reflexionar sobre las cosas evidentes que se nos han acumulado en las últimas semanas. No es mala idea empezar por la propuesta de la alcaldesa de Barcelona de crear un “Centro de Nuevas Masculinidades”.
Da para mucho pensar este “Centro de Nuevas Masculinidades” entre otras cosas por las oportunidades que otorga para la perplejidad. Supondrá una inversión millonaria y un puñado de expertos en Nuevas Masculinidades, concepto que se me escapa pero que exige como mínimo calibrar hasta dónde ha llegado la frivolidad de esta Vieja Estupidez que nos gobierna y aspira a regir nuestras conductas. Según la propuesta se trata de “enseñar que la masculinidad no es incompatible con la sensibilidad”. Hasta ahora al parecer así parecía según el avieso entender de la alcaldesa y su equipo de gobierno.
Probablemente haya que acumular dosis de ignorancia cultural- la ignorancia, a diferencia de la sabiduría, es acumulativa- para pretender con un bando municipal la revisión de los haberes intelectuales de siglos. Estas chicas, permítanme la desdeñosa displicencia, o no tienen ni idea de la sensibilidad o tienen un prejuicio militante hacia lo masculino, que al fin y al cabo es una convención social. ¿Qué quiere decir masculino, que viene de macho? Si alguien osara proponer un Curso titulado la Nueva Femineidad, que se refiere a la hembra, con el esquema genérico de “enseñar que una mujer libre no es un golfa”, le caería la del pulpo. Primero porque femineidad es término de alto riesgo y debe sustituirse por feminismo, y segundo porque el comparativo les revelaría la mente agresiva de un violento.
Probablemente haya que acumular dosis de ignorancia cultural- la ignorancia, a diferencia de la sabiduría, es acumulativa- para pretender con un bando municipal la revisión de los haberes intelectuales de siglos.
¿Quién se puede apuntar al curso de Nuevas Masculinidades? Es la pregunta del millón en una sociedad como la barcelonesa donde lo nuevo es mutable y efímero, mientras que lo viejo se mantiene entre las ruinas de lo que fue y el ensueño de lo que aspiraba. Pero seguro que habrá profesoras a porrillo, aunque tengo la duda de si la cuota del 50% no se mantendrá y los hombres, masculinos por exclusión, habrán de driblar las subsecciones que incluye la ley LGTBI y al final resultará una mamarrachada de borrachas de cargo que no de alcohol. En una sociedad que se desmorona entre la pandemia, la pobreza severa y la violencia, es una idea que deberán recoger los diarios emblemáticos de la ciudad, La Vanguardia y El Periódico, porque las subvenciones publicitarias, según acuerdo de la alcaldía, este año se mantendrá tal cual estaban en el anterior ejercicio; llama la atención que en época de crisis es la única vieja partida presupuestaria que no se reduce.
Con mantenerla ya basta. Todos contentos, ciegos y mudos. La publicidad, ¿Qué sería de la Nueva Política espectáculo sin la publicidad? En fin, una manera de crear nuevos puestos de trabajo y además adictos a la idea, que esos son los mejores porque sirven de propagandistas. Para los que no están en la pomada, un motivo de pensar veraniego.
Sorprende que nadie haya apuntado la singularidad de que los dos partidos hegemónicos en España fueran derribados por unos delincuentes del aparato del Estado. Ya nadie se acuerda de Juan Alberto Perote, ni se le cita y creo que sobrevive, imagino que bien cuidado, a sus 83 años. El coronel Juan Alberto Perote, había sido el jefe de los Comandos Operativos del CESID (Servicios de Espionaje). Puso en un brete al gobierno de Felipe González porque se fue llevándose documentación secreta del Servicio en la que aparecía de todo, desde los GAL, al rey Juan Carlos I, y grabaciones varias que fueron utilizadas para dar la última puntilla a una era, la socialista, que daba sus últimas boqueadas. Hasta su detención en junio de 1995, Perote fue el ariete decisivo que utilizaron Pedro J. Ramírez, el PP, y el reconocido intelectual bancario Mario Conde, a quien la Universidad Complutense de Madrid concedió el título de doctor “honoris causa” en presencia de Juan Carlos y de la plana mayor de las instituciones académicas españolas.
El coronel Juan Alberto Perote, había sido el jefe de los Comandos Operativos del CESID (Servicios de Espionaje). Puso en un brete al gobierno de Felipe González porque se fue llevándose documentación secreta del Servicio en la que aparecía de todo, desde los GAL, al rey Juan Carlos I
La cosa llegó hasta el despacho del presidente González donde el ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, propuso aceptar los chantajes de Mario Conde-Perote para librarles de la cárcel y permitir seguir la fantasmagoría unos años más. Pero todo se vino abajo en las elecciones de 1996, con un Aznar insaciable que al fin veía cumplido su “Váyase Sr. González”.
Y hete aquí que ahora ha ocurrido algo similar con el comisario José Manuel Villarejo, alto dignatario de las cloacas del Estado. Seguir la trayectoria de este personaje desde que entró en el Cuerpo de Policía hasta los años recientes parece misión de alto voltaje periodístico. No sabemos nada de este buitre antes de que se le descubriera su faceta de chantajista por cuenta del Estado; un silencio atronador que casa mal con su desfachatez y sus contactos. Un tipo que jamás ha hablado con nadie sin grabarle a escondidas. ¿Trabajaba solo? ¿Montó su empresa Cenyt porque aspiraba a ser un emprendedor del lucrativo negocio de las escuchas, las filtraciones y los informes confidenciales? Tiene ahora 69 años. ¿Me van a decir que fue al jubilarse cuando descubrió el negocio de la delincuencia de Estado? Tenía en su haber una cartera de clientes que es el no va a más de la economía y las cuotas de poder en España.
El mismo día que El País le dedicaba la portada de su dominical a Francisco González, jefe entonces del BBVA, expresando su rigor contra las operaciones de información fraudulentas, salían las inequívocas cintas de Villarejo mostrando lo contrario. Villarejo trabajó no sólo para el BBVA, también para Repsol, CaixaBank, Iberdrola, Planeta… Podía haber convocado una cena como la ya histórica del Palau de Barcelona que organizó Millet para mayor gloria de los buenos negocios de la gran familia ‘pujoliana’.
Sin la mano promiscua de Villarejo nos habríamos perdido a Luis Bárcenas, a Kitchen, a Rajoy haciendo el ridículo. Pero sería una ingenuidad quedarse ahí. Décadas de delincuencia avaladas por la veteranía policial no se reducen a entradas y salidas de la cárcel y los juzgados. Hay mucho que pensar este verano. Con todos mis respetos les dejo reflexionar hasta el último sábado de agosto, que volveré.