Cristian Campos-El Español
 

Ion Antolín Llorente, el jefe de prensa del PSOE, ordenó ayer borrar un tuit al periodista Joan Guirado. Guirado borró el tuit de inmediato, así que nos quedaremos sin saber qué ponía. Dicen por ahí que algo sobre Óscar Puente. Algo relativamente irrelevante, por lo visto, pero incómodo para él. Desde luego, no peor que su actuación del pasado martes desde la tribuna del Congreso de los Diputados.

Poco después, Antolín, el Pablo Alfaro de los jefes de prensa, se enzarzó con otro periodista, Jorge Sainz, al que comparó con Ochaíta, el histórico líder de los Ultras Sur. Es decir, con un nazi.

Luego, Antolín (recuerden, responsable de comunicación del partido que gobierna España) bloqueó a medio país y le echó el candado a su cuenta de Twitter. La valentía cotiza al alza en el PSOE de Pedro Sánchez I el Intrépido.

A esa misma hora, Patxi López andaba encarándose en el Congreso con otro periodista. «Te he leído algún tuit racista» decía el portavoz del PSOE como pretexto para no contestar a sus preguntas. Habrá que ver qué decía ese tuit, pero lo que está claro es que el argumento de autoridad juega a favor de Patxi López. No hay ahora mismo mejor perito en racismo que ese PSOE que camina en el Congreso de la mano de orgullosos xenófobos practicantes como ERC, Junts o EH Bildu.

Una más. Hace poco más de una semana, un eterno del PSC, José Zaragoza, se burló desde su cuenta de Twitter de un grupo de chavales, a los que llamó descerebrados. Yo no recuerdo nada igual en 45 años de democracia (políticos y altos cargos del partido gobernante insultando a los ciudadanos), pero quizá es que no comprendo las sutilezas comunicativas del PSOE. A mí me parece el viejo caciquismo español de toda la vida de dios, pero qué sé yo. «Mantener el paso ganado, hay que ser absolutamente moderno», decía Rimbaud. Quizá tenía razón y Sánchez no es más que un moderno del siglo XIX.

Lo que no entiendo son los remilgos de Ion Antolín y de Patxi López. ¿Acaso no era una jugada maestra lo de sacar al más zafio de los diputados del PSOE para darle la réplica a Feijóo en el debate de investidura? ¿Pero no se trataba de eso? ¿No es todo mejor cuando todo es peor y cuantos más insultos y más gritos se lanzan sobre los ciudadanos y las instituciones?

[Lo de jugada maestra es, por cierto, un término utilizado por los golpistas catalanes cuando el más cobarde de sus líderes, y eso que el listón estaba alto, huyó de la justicia española escondido en un maletero. No deja de ser significativo que la principal referencia intelectual en el PSOE de hoy sea el vocabulario de los nacionalistas].

Pero hablemos en serio.

Sacar al estrado a Óscar Puente como quien suelta al kraken y creerse que están en el siglo XXII de la comunicación política cuando sólo están poniendo en práctica el viejo manual de adoctrinamiento de masas del totalitarismo es de aurora boreal. Ya saben, se trata de lanzar mensajes diseñados para el más limitado de los oyentes y repetir incesantemente las mismas mentiras hasta que estas se convierten en realidad en la cabeza de los ciudadanos.

Entonces, ¿a qué las manías con esos tuits que sólo acrecientan la leyenda de Óscar Puente? No pretenderán que los españoles cierren los ojos cuando se cruzan con el exalcalde de Valladolid por la calle. Ni que el hombre fuera discreto.

Y si el mensaje es que el poder consiste en la capacidad de romperlo todo y que el socialismo dispone ahora de ese mazo, ¿no es una nueva jugada maestra que los ciudadanos conozcan el tamaño de ese mazo, su color, su textura y su aroma? Sobre todo su aroma. «El más tosco de los nuestros tiene la capacidad de humillar al mejor de los vuestros». Ese era el mensaje a transmitir.

No borren tuits, hombre, no borren. Que todos los españoles lo comprendan sin necesidad de pinganillo. Que sepan en qué país viven, cómo trabaja el régimen que les gobierna y qué les espera si osan revolverse contra Sánchez.