Gorka Maneiro-Vozpópuli
  • Presentar a terroristas como candidatos es una ignominia. Pero hay algo todavía peor: que miles de personas vayan a apoyar con su voto semejante desvergüenza

Gracias a Covite, hemos sabido que EH Bildu ha incluido en sus listas para las próximas elecciones municipales del 28 de mayo a 44 condenados por pertenencia o colaboración con la banda terrorista ETA, siete de los cuales fueron condenados por asesinato. En varios casos, estos concurren en aquellos municipios donde cometieron sus crímenes, es decir, que pretenden representar a los vecinos aquellos que se dedicaron durante años a perseguir y asesinar a una parte de ellos. Es su aportación a la «reconciliación social» que los más ingenuos del lugar dan por alcanzada.

Ante el debate que se viene planteando en los últimos tiempos sobre la trayectoria laboral, experiencia vital y formación académica que debemos exigir a nuestros representantes para mejorar la acción pública y la dignidad de la política, EH Bildu aporta su práctica política al debate: según ellos, la trayectoria laboral y la experiencia vital que te permiten ser cargo público en Euskadi y en Navarra, y por las que debes votarles, es la de haber pertenecido a ETA y haber colaborado con sus crímenes. Es su particular y repugnante «hoja de servicios». O sea, que para ellos el haber pertenecido a ETA no es que no sea un agravante y un motivo de vergüenza sino que es un mérito a tener en cuenta. Los corruptos no deben ir en las listas pero no hay problema en que condenados por terrorismo sean candidatos, aunque no se nos ocurra mayor corrupción que la práctica terrorista.

Entre los candidatos, figuran condenados por asesinar al empresario hostelero José Antonio Julián Bayano, al concejal de UCD José Larrañaga Arenas, al joven drogodependiente Francisco Gil Mendoza (cuyo hermana decía estos días que «tengo ganas de llorar», y no es para menos), al guardia civil José Manuel García Fernández, a los empleados de la central nuclear de Lemóniz Alberto Negro Viguera Andrés Guerra Pereda, al comandante de infantería retirado Jesús Alcocer Jiménez o a los policías nacionales Tomás Palacín Pellejero y Juan José Visiedo Calero. Estos son sus «méritos» para lograr puesto en las listas electorales de EH Bildu y ser representantes públicos. EH Bildu entiende que sus potenciales votantes sabrán valorar y premiar sus trayectorias.

No sé si es una provocación consciente o una forma expresa de decirnos: «Mientras los vuestros ya no están, aquí seguimos nosotros»

Si lo pensamos fríamente, no podemos sorprendernos. Cada partido político pone a los suyos en sus listas electorales: así, en función de lo que se pretenda, estos serán socialdemócratas, liberales o conservadores, sindicalistas, profesionales liberales o empresarios, jóvenes del partido o experimentados militantes. En el caso de EH Bildu, la formación independentista cuyo líder, Arnaldo Otegi, ya fue condenado por pertenencia a ETA, sitúa en sus listas a etarras experimentados en la práctica del crimen, ninguno de los cuales ha repudiado públicamente su pasado terrorista. No sé si es una provocación consciente o una forma expresa de decirnos: «Mientras los vuestros ya no están, aquí seguimos nosotros». Obviamente, los nuestros son los demócratas y las víctimas del terrorismo; y los suyos son los criminales.

En un principio, el PSOE no quiso criticar la decisión de EH Bildu de incluir en sus listas a terroristas. A preguntas de los periodistas, ministros socialistas del Gobierno de España optaron por el silencio: fue un intento fracasado de que el escándalo pasase, no fuera a perjudicar sus objetivos electorales. Pero fue precisamente ese silencio el que los delató, antes de que Moncloa diera la orden de que, ante el cariz que estaba tomando el escándalo, criticaran la indecencia de los de Otegi. ¿De verdad que hemos llegado a un punto en el que los miembros del PSOE tienen que pensarlo, pedir permiso o esperar órdenes antes de criticar con contundencia la inclusión de terroristas en unas listas electorales? El lehendakari Urkullu no tuvo dudas al respecto, aunque sea porque son sus adversarios políticos más directos: «Tienen derecho pero no hay derecho». Lo único decente ahora es que el PSOE dijera que rompe con EH Bildu; el problema es que carece de credibilidad: ya prometió que nunca pactaría nada con ellos y al poco tiempo llegaron incluso a presentar a Bildu como un partido de Estado. Y tanta humillación solo por mantenerse en la Moncloa.

¿Se imaginan lo que diría (y con razón) Irene Montero si un partido político incluyera en sus listas a 44 agresores sexuales?

Lo de Podemos es otra liga: Irene Montero nos explicó que la decisión es perfectamente legal y que la coalición independentista tiene derecho a elegir para sus listas a quien considere. Y todavía no ha criticado la ignominia. ¿Se imaginan lo que diría (y con razón) si un partido político incluyera en sus listas a 44 agresores sexuales? Ya habrían pedido su inmediata ilegalización. Pero según Podemos, son los que critican este insulto a las víctimas del terrorismo y a toda la sociedad democrática los que hacen uso indebido del terrorismo para obtener crédito político. Qué desvergüenza.

Según cuentan, el batasuno Pernando Barreda dijo en 2009 que «los terroristas de hoy puede que mañana no lo sean; depende de quién escriba la historia». Y ahí andan, presentándonos a terroristas como posibles representantes públicos como parte del proceso. Que el PSOE siga considerando a EH Bildu como un partido de Estado y aliado estructural para que Sánchez siga en la Moncloa es lo que más duele de todo. Porque además el PSOE sufrió el terrorismo, y quienes directamente lo sufrieron no se merecen lo que no es sino una traición a su memoria.

Presentar a terroristas como candidatos en unas elecciones es un insulto y una ignominia. Pero hay algo todavía peor: que miles de personas vayan a apoyar con su voto semejante desvergüenza.