EL MUNDO 25/09/13
VICTORIA PREGO
Si se contara la historia fuera de nuestro país, nadie la creería, pero el hecho es que hasta aquí hemos llegado: hasta convertir en noticia el que la Ley de Educación que el Gobierno va a llevar para su aprobación en el Parlamento dirá que el español será la lengua vehicular en todo el Estado. Hay que aplaudir la enmienda de UPyD, que es la que ha introducido claridad en una redacción inicial demasiado ambigua.
Es una medida valiente, pero es trágico que un Gobierno se atreva por fin a dejar meridianamente sentado un principio que en ningún lugar del mundo se consideraría siquiera objeto de discusión, por más que en su territorio hubiera comunidades que hablaran otras lenguas.
Esto da una idea de la dejación inaudita que, año tras año, durante décadas, hemos hecho de la defensa de España frente a los nacionalismos, que han utilizado el asunto de la lengua como ariete para construir su propio universo, ajeno y hostil a todo lo que siempre fue de todos, entre otras cosas la lengua común. El hecho final es que el español es desde hace mucho tiempo una lengua preterida, prácticamente ignorada en muchas escuelas de España.
Que en un país viejo como el nuestro haya que batallar para que los niños puedan estudiar en castellano no cabe en la cabeza de nadie que no sea un español de nuestro tiempo. Y, con la ley y todo, que haya un gobierno autonómico que se pase por el arco del triunfo las sentencias de los tribunales para que se garantice ese derecho esencial da la medida del dislate a que hemos llegado con el afán descentralizador, que ha parecido a muchos que era el único modo de ser demócratas, y con el respeto sacro a las competencias autonómicas que, en casos como éste, se han vuelto contra España.
Es tarde, demasiado tarde, pero algo es. Ya es urgente emprender una ofensiva de racionalidad, abandonar el miedo que nos ha tenido inmovilizados mientras asistíamos a todo tipo de agresiones y exclusiones a lo que todos compartíamos.
Por eso hay que aplaudir también la iniciativa del PP de enfrentar a las invenciones nacionalistas los datos de la realidad con esa campaña del Derecho a saber. Saber desde cuál era la posición real de Rafael Casanova en 1714 hasta el dinero que Cataluña aporta al Estado frente al que aportan comunidades como Baleares y Madrid. Desde el panorama que le espera a una Cataluña fuera de la UE hasta los vínculos irrompibles que a lo largo de la Historia han unido a Cataluña con una España de la que forma parte esencial. Porque Cataluña es España y ninguna otra cosa. Hay muchas cosas que decir y repetir con convicción, con claridad y en todos los foros.
El Partido Popular no es en estos momentos en Cataluña más que una fuerza en retroceso. Por eso es el suyo un esfuerzo loable pero que tendrá poco eco. Necesita el apoyo y la implicación de los ministros y del presidente del Gobierno. Necesitaría también el apoyo de Ciudadanos, fuerza emergente. Y necesitaría el del PSC pero éste, desgraciadamente, ya no está disponible porque ni sabe quién es ni sabe a dónde va.
victoria.prego@elmundo.es