Instalada en el empecinamiento y desviando la culpa a todos los sectores que advirtieron de los efectos negativos de la polémica ley del ‘sólo sí es sí’, la ministra Belarra se resiste a que su partido aparezca con la divisa del fracaso. De ahí que haya acusado a la parte socialista del Gobierno de La Moncloa de ser unos flojos. Vamos, que Sánchez no aguanta la presión de esos jueces tan perversos que tienen la «mirada machista y patriarcal» y que les da, mira por dónde, por aplicar la ley que ellas se inventaron. Y como el ministro Bolaños ha dicho que «ahora, sí», ahora toca que esa ley que tanto defendieron frente a los «bulos de la derecha», sea retocada, Podemos se rasga las vestiduras. A los socialistas, compañeros de este Gobierno que ha entrado en la UCI, les tiemblan las piernas, dice Belarra. Pero la presión que no aguanta Sánchez no es la de los jueces y los medios sino la de las encuestas, que le recuerdan que no remonta en intención de voto. A todas las demás presiones les ha hecho frente cediendo. Con Podemos, ERC, EH Bildu o sus socios discontinuos, el PNV. O con Marruecos, la mayor presión y la menos explicada: la de Mohamed VI que, a pesar del giro con la política del Sáhara, sigue dando muestras de desprecio hacia el presidente del Gobierno, como el ‘plantón’ de ayer a la reunión que La Moncloa se había anticipado a calificar de «histórica».
Podemos no participa en la cumbre de Rabat pero prefiere poner el acento en su indignación porque ha perdido posiciones en una de sus leyes estrella. Una ley de la que dijimos en noviembre que iba a crear alarma social y que se convertiría en el ‘talón de Aquiles’ electoral de Pedro Sánchez. Centrados en la insoportable pesadez de la rebaja de penas para los violadores. Más de 325 delincuentes sexuales beneficiados ya.
A Sánchez, en su viaje inverosímil hacia el centro y que se da de bruces con su campaña populista contra los empresarios (ayer, la vicepresidenta Yolanda Díaz le robó protagonismo disparando un dardo contra el BBVA, por tener beneficios), no le vendría mal que se le desprendiese el ala oeste de La Moncloa. Y así poder recuperar al candidato del insomnio acumulado. Pero no parece que Podemos se vaya a dar por vencida. De momento. Con las piernas firmes en el barro de la propaganda seguirá arrogándose el ‘copyright’ de la figura del consentimiento en el Código Penal. ¿Es ‘adanismo’ o ignorancia? En cualquier caso, es falso. Antes de que Podemos habitara en nuestro planeta, el sexo no consentido ya era delito. Desde la noche de los tiempos. Tres meses después de esta ley, de la que el Gobierno presumió tanto, Sánchez no calculaba que su imagen saldría en la prensa internacional vinculada a una norma que está liberando violadores. Veremos en qué consisten los retoques. El mal está hecho y nadie dimite. Para ‘marcarse’ un Jacinda (Ardern, la primera ministra neozelandesa que renunció a su cargo) tendrían que tener dignidad y humildad. Y reconocer, sobre todo, que no valen para gobernar.