JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • La realidad es que los que pagamos los impuestos somos las clases medias

Malos tiempos para los ricos. El Gobierno ha establecido el relato según el cual a las grandes fortunas hay que meterlas en vereda porque son insolidarias con la gente. A los grandes empresarios hay que marcarles el terreno de los precios y drenarles los beneficios caídos del cielo para dárselos a la gente. Si con la inflación desbocada sube el precio de los alimentos, resulta que el dueño de Mercadona es un capitalista despiadado que abusa de la gente. La campaña del Gobierno de coalición se resume en el eslogan ‘que los que más tienen aporten más’, pero la realidad es que los que pagamos los impuestos somos las clases medias. Algún genio del cálculo ha llegado a escribir en Twitter que si Juan Roig, el propietario de Mercadona, cuyo patrimonio se evalúa en 4.000 millones, diera un millón a cada uno de los 47 millones de españoles todos seríamos ricos y él seguiría conservando casi toda su fortuna. Esto no es una broma, aunque lo parezca.

Porque cada vez se extienden más las teorías economicistas que propugnan que la desaparición de los ricos sería la solución mágica para que desaparezcan los pobres. La cúpula de Unidas Podemos y, en menor medida, parte del sanchismo están bebiendo de esas fuentes. No es una broma porque Christian Neuhäuser, filósofo y profesor de la Universidad de Dortmund, en su obra ‘La riqueza como problema moral’, sostiene que es preciso prohibir la existencia de ricos y recaudar y redistribuir el 100% de lo que tiene ese 1% de la población global que acumula el 82% de la riqueza del planeta. Y también unos impuestos más altos al patrimonio y a las sucesiones para evitar que los ricos tengan demasiada capacidad de influencia en la política, dice Neuhäuser. Porque, según el profesor germano, cuando hay riqueza inmerecida es el Estado el que, a través de los impuestos, tiene que reducirla.

Esta corriente de pensamiento neosocialista enlaza con las teorías del decrecimiento. Se empieza a poner en cuestión el objetivo del crecimiento de las economías «porque va a ir a parar a los bolsillos de los ricos» (Robert Pollin, Universidad de Massachusetts). Naomi Klein (‘Capitalismo y clima’) dice que el crecimiento es «imprudente y sucio» y aboga por un decrecimiento radical e inmediato. En los últimos 25 años, mil millones de personas han salido de la pobreza extrema por el crecimiento económico. Esto ha sido posible gracias a que el Producto Mundial Bruto se ha duplicado desde 1990. Aunque siempre queda, para los incautos, la receta del rey de Bután que en 1972, ante la pobreza de su país, propuso sustituir el Producto Interior Bruto por la FNB (Felicidad Nacional Bruta).