Las tareas de Arantza Quiroga

EL CORREO 10/06/13
TONIA ETXARRI

En su entrevista con el lehendakari, la presidenta del PP vasco deberá concretar su «ánimo constructivo»

Desde que acudió a la convocatoria del lehendakari Urkullu con los representantes de todos los partidos políticos, el pasado 21 de mayo, ha estado sumida en un proceso de reflexión sobre la forma de gestionar la herencia que le dejó Antonio Basagoiti. Con el grupo parlamentario reajustado y una cita de presentación en la sociedad política madrileña, el próximo 24 de junio, de la mano de Mariano Rajoy, Arantza Quiroga se reúne hoy con el lehendakari en calidad de nueva presidenta de los populares vascos.
No le espera una tarea fácil a esta dirigente cuyo partido perdió tres escaños en las últimas elecciones autonómicas y, con ellos, la oportunidad de sumar una mayoría parlamentaria con el PNV. Con una fuerza electoral disminuida en la comunidad vasca, el partido por reorganizar en Gipuzkoa y representando la política de recortes del Gobierno del PP en España, la nueva presidenta de los populares vascos necesitará tiempo para que su partido construya un discurso propio y coherente en el acotado margen de maniobra que le ha quedado. Basagoiti solía decir a los suyos que, en esta legislatura, el PP, al sentirse libre de compromisos de coalición, volvería a recuperar un discurso firme y coherente.
En estos quince días en los que Arantza Quiroga ha tomado las riendas del partido, el PP parece haber reducido su discurso claro y contundente al mundo de la violencia, persistiendo en la idea de su negativa a participar en la Conferencia de Paz (los inmovilistas son los de la izquierda abertzale) y desmarcándose del Instituto de la Memoria al considerarlo «inaceptable». Si en la Conferencia de Paz EH Bildu sigue sin aceptar las mínimas bases éticas para deslegitimar el terrorismo de ETA, que no cuenten con el PP. Si el Instituto de la Memoria piensa mezclar a las víctimas de la Guerra Civil con las del franquismo y el terrorismo en general, que tampoco se les espere, aunque se lo pida la propia Aintzane Ezenarro, que vuelve ahora a primera línea de la política, esta vez de la mano del PNV.
En todo lo demás, Quiroga tendrá que conciliar varias voces. La suya propia y la de su segundo, Borja Sémper, recién nombrado portavoz del grupo parlamentario. La del alcalde de Vitoria, Javier Maroto, que suele entonar sus propias partituras en función de la sensibilidad populista del problema, como ha ocurrido ahora con su exigencia del cierre inmediato de la central de Garoña. La del propio diputado general de Álava, Javier de Andrés, que se ha quedado descolocado pidiendo al ministro de Energía que no conceda un año más de permanencia a la central nuclear.
Arantza Quiroga dice que entiende las voces críticas en este tema, pero si las directrices oficiales del PP van por otro lado quizá tenga que empezar a retomar más presencia en los medios para que sus votantes no se despisten, mientras va tejiendo la vida interna de partido. En territorios tan difíciles como el guipuzcoano, resentido todavía en su estructura desde que se fue María San Gil, tiene que hacer causa común con la oposición a los gobiernos de la izquierda abertzale, que en la Diputación gestiona con tanta prepotencia que ni siquiera da cuenta de la ejecución, o no, de las mociones aprobadas y ha llegado a reducir el uso oficial de la lengua española hasta su mínima expresión. O en municipios donde la presencia de su propaganda es tan arrolladora que el único concejal del PP en Elgoibar, confundido con el paisaje, acabó votando a favor de conceder ayudas para los viajes de familiares de presos de ETA y ahora tiene que dar explicaciones.
Hoy, en su entrevista con el lehendakari, tendrá que ser más concreta de lo que se mostró ayer en su conferencia de prensa. El «ánimo constructivo» está muy bien. Pero ese mensaje forma parte de la tarjeta de presentación de todos los partidos políticos. Incluso de los más intransigentes y sectarios. En su actitud en relación a las propuestas de Urkullu, la presidenta de los populares vascos ha pasado de ser muy dura en su diagnóstico tras la primera entrevista a querer formar parte del pacto que están tejiendo entre el PNV y los socialistas. Le interesa estrechar lazos con el PNV porque tienen bastantes coincidencias en política económica. Pero, sobre todo, porque el PNV necesita mantener un canal abierto con el Gobierno de España.
El diálogo Madrid-Vitoria sobre la liquidación del Cupo ha sido uno de los pilares de las reuniones mantenidas entre Urkullu y Rajoy. Porque a Urkullu, como todo nacionalista que se precie, le ha gustado cultivar la relación «bilateral» con el Estado. Basagoiti consiguió que Urkullu no hiciera ni un sólo movimiento dirigido hacia La Moncloa sin que él lo supiera. Sencillamente porque Rajoy le mantenía puntualmente informado. El líder de los populares vascos advirtió al presidente, nada más llegar a La Moncloa: «Nada de puenteos», como ocurrió con Patxi López cuando gobernaba Zapatero. Y Rajoy cumplió con su palabra. Ese será otro frente complicado para la nueva dirigente popular de Euskadi. ¿Tendrá una línea directa permanente con el presidente del Gobierno para «asuntos propios»?
Más allá de su agenda diaria y de las fotos con el lehendakari Urkullu y el presidente Rajoy, Arantza Quiroga tiene, ante sí, el reto no sólo de aglutinar fuerzas en torno a un proyecto de centroderecha, sino conjurar el riesgo de la fuga de votos hacia UPyD. Para eso, además de modernizar el partido con los valores de referencia, deberá construir un discurso claro y definido.