EL CORREO 24/12/14
TONIA ETXARRI
Entre las ‘condenas paralelas’ y la presunción de inocencia, la Justicia se está abriendo un hueco estos días, demostrando a los más incrédulos que nuestro sistema garantista, a pesar de todo, funciona. Tanto en la persecución de delitos de corrupción, o delitos de cooperación necesaria en delitos fiscales, desviación de dinero público hacia cursos inexistentes de formación de parados o desobediencia constitucional. De los autos y recursos excesivamente intencionados y valorativos del juez y fiscal en el ‘caso Nóos’, que sentará en el banquillo a la infanta Elena junto con otras 16 personas, se seguirá hablando después de haber tomado las uvas. Porque la argumentación del juez Castro para concluir que en este caso no procede aplicar la ‘doctrina Botín’ sonó más a sentencia que a fundamento. No hay más que hablar. Punto final para el juez, que aunque no entienda por qué Hacienda no ha perseguido a la hermana del jefe del Estado, insiste en que la acusación particular la podemos ejercer todos llenando así el hueco de la inexistente presentación de los perjudicados en cuestión. Una forma de verlo que deja al ilustre abogado Miguel Roca dando la imagen de estar clamando en el desierto.
Si la Justicia hubiese permitido que cualquier comunidad autónoma, en este caso Cataluña, se hubiera arrogado funciones de convocatoria de referendums que no le corresponden, estaríamos hablando de un Estado sin ley en donde cualquiera puede quebrantar las normas con total impunidad. Pero el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha aceptado investigar si Mas y dos de sus consejeras cometieron delito de desobediencia al celebrar y convocar, el 9 de noviembre, el sucedáneo de consulta soberanista que había sido suspendida por el Tribunal Constitucional. Todos los implicados aseguran no entender que los lleven a los tribunales «por haber puesto las urnas». Pero ellos saben perfectamente, como en su día lo supo el lehendakari Ibarretxe, que si se hubiera tratado de una convocatoria legal, como tantas que se vienen celebrando desde el 15 de junio de 1977, no se les estaría acusando de usurpación de funciones y de desobediencia, por ejemplo.
No le viene mal esta situación a los lobbies que han movilizado a los ciudadanos en los dos últimos años porque, hace unos días, ellos mismos reconocían estar pasando por un bache. «No permitiremos que nadie se desinfle. Si estáis cansados, descansáis. Si estáis nerviosos, tomad tila», reprendía a los suyos una Carme Forcadell contrariada por la pugna por el liderato que han librado Mas y Junqueras en las últimas semanas. Ahora vuelven a tener una causa por la que movilizarse. Los antidemócratas no son quienes se saltan la legalidad sino el Estado que hace cumplir las leyes. El adversario ya está señalado. Ya tienen lo más importante para emprender su campaña de «autoinculpacion» en solidaridad con Artur Mas.
Hoy Felipe VI se estrena en el discurso navideño de la Casa Real. El Monarca, hermano de la infanta imputada, que ha visitado Cataluña en varias ocasiones durante sus seis meses de reinado, quizá lance algún mensaje más concreto sobre la Justicia. Y complemente el axioma lanzado por su padre en 2011 cuando se refirió a la igualdad. Tres años después, los ciudadanos esperan algo más.