EL MUNDO 27/10/13
· El etarra ha escapado de tres cercos policiales desde 2011 / En mayo de ese año, huyó de la policía francesa tras recibir una llamada de aviso desde Kenia a la casa donde se escondía.
O tiene un ángel de la guarda muy solvente o un olfato enorme para detectar policías. Es uno de los enigmas que rodea al etarra José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, quien fuera uno de los máximos dirigentes de ETA, después negociador con el Gobierno de Zapatero, y que, desde mayo de 2011 hasta el pasado verano, ha logrado escapar en tres ocasiones, según fuentes galas, del cerco policial al que estaba sometido en Francia.
De todas ellas, probablemente la operación desarrollada precisamente en mayo de 2011 sea la que ha despertado mayores suspicacias, porque acabó con los servicios secretos español y francés extrañados e investigando una llamada que el terrorista recibió en el lugar donde se escondía desde una procedencia tan sorprendente como Kenia. El día siguiente había desaparecido.
Según las fuentes consultadas, Josu Ternera eligió la localidad de Saint Gervais, una población pequeña, a los pies del Mont Blanc, para pasar un tiempo con su hijo Egoitz. Éste se encontraba en busca y captura, pero había logrado pasar inadvertido en esa casa apartada en la que su mujer había conseguido trabajo de guardesa. Allí fueron localizados los dos.
La operación estaba siendo dirigida por la DCRI francesa, los servicios de inteligencia dependientes del Ministerio del Interior galo, en estrecha colaboración con el CNI. Se montó una amplia vigilancia sin judicializar durante un tiempo. Cuando Ternera y su hijo lograron huir, los agentes de ambos bandos experimentaron una gran contrariedad. Según se ha sabido ahora, los servicios galos abrieron una información interna en la que sostenían que les parecía que había ocurrido algo extraño. Solicitaron el registro de llamadas telefónicas y dieron con un número marcado desde África hasta el teléfono fijo de la casa justo el día antes de la huida del dirigente de ETA. Barajaron la hipótesis de que alguien le hubiese avisado.
Sus compañeros españoles también intentaron encontrar una explicación al fracaso de un operativo cuyo origen estaba en los datos que ellos habían logrado recabar. Pidieron todo lo relacionado con las llamadas telefónicas pero esa información nunca les fue remitida, de modo que las hipótesis más suspicaces no pudieron ser ni confirmadas ni desmentidas.
Pudo ocurrir que Ternera, en alguna de sus salidas para hacer deporte, sospechase de alguno de los paseantes en un lugar tan apartado. Es raro, en las normas de la clandestinidad que él guarda estrictamente, que le avisasen a un teléfono fijo de un lugar en el que él no solía estar. Pero también resultó extraño para los investigadores su sentido de la precisión para huir.
Unos meses después, en octubre, de nuevo logró escabullirse.
El año en el que Josu Ternera logró escaparse dos veces fue un año con momentos muy delicados. Hacía meses que la izquierda abertzale mantenía contactos indirectos con el Gobierno en los que informaba de los pasos que iba a dar a cambio de su legalización.
En enero, ETA declaró un «alto el fuego permanente y general verificable internacionalmente». En febrero, se presentó Sortu, que aspiraba a ser la nueva marca blanqueada de Batasuna en las siguientes elecciones, pero no fue legalizada. Sí pudo presentarse Bildu, que, en los comicios de mayo, alcanzó los 313.000 votos.
Tras esta legalización, se preparó la Conferencia de Ayete con la aquiescencia del Gobierno y con la mediación internacional. Su escenificación, en octubre de 2011, fue previa al comunicado del «cese definitivo» por parte de ETA. Los socialistas, todavía al frente del Ejecutivo, siempre temieron al riesgo de involución de la izquierda abertzale y cualquier movimiento en falso hubiese podido distorsionar la situación. Probablemente por ello, los miembros de la DCRI pensaron que una llamada desde Kenia podía tener sentido.
La tercera fuga de Josu Ternera tuvo lugar el pasado 16 de julio en un ambiente mucho menos intenso. En esta ocasión, la operación la llevaban a cabo policías franceses y españoles. Lo localizaron en un pueblecito del Valle de Arán, en Durban sur Aziere, de no más de 200 habitantes. Los lugareños aseguraron que llevaba cinco o seis años viviendo allí, en la casa alquilada a un médico, y que se hacía pasar por profesor de Historia. Se mantenía en perfecta forma. Madrugaba, hacía deporte, andaba por el monte e iba en bicicleta a todas partes.
Los policías intervinieron en el momento en el que su compañera desde los 80, Agnes de Cerlo, titiritera –se gana la vida con un espectáculo de marionetas para niños–, le estaba haciendo una de sus escasas visitas.
Cuando los policías entraron en la casa, el terrorista ya no estaba. Sí estaba Agnes, que sostenía al niño con el que ambos habían sido fotografiados días antes. Ella lo negó, pero la Policía cree que es el hijo de ambos, concebido por fecundación in vitro, técnica a la que se sospecha que se sometió en Noruega cuando su pareja estaba esperando al Gobierno de Rajoy, en 2012, para entablar una negociación que nunca se produjo. Dicen que Durban Sur Aziere es un lugar demasiado pequeño como para que un tipo acostumbrado a la clandestinidad no se diera cuenta de que alguien le había localizado. No había documentación alguna en la casa. Se supone que, antes de marcharse, tuvo la sangre fría de pasar por el zulo donde podía estar guardando dinero para su huida.
El disciplinado negociador
El presidente del PSE, Jesús Eguiguren, sabe bien cómo se las gasta ‘Josu Ternera’ negociando. Estuvo con él en Ginebra y en Oslo, encerrados ambos, prácticamente solos, en la negociación de los márgenes del proceso que iban a iniciar y en la redacción del texto que Zapatero tenía que leer en el Congreso como condición para que todo empezara.
Fueron muchas las reuniones en Ginebra y el ex ‘número uno’ de ETA era tan puntilloso que aquilataba hasta las comas. «¿Qué significa sociedad vasca?»; «El término Euskal Herria no aparece por ninguna parte»; «¿A qué os referís con las tres provincias vascas, a las tres más Navarra, a las tres y por otra parte Navarra? Esto tendréis que concretarlo…»; «¿Qué significa consenso?», insistía.
Ya en Oslo, en un hotel en medio de un bosque en un ambiente aislado, oscuro y frío capaz de deprimir a cualquiera, el terrorista sólo ingería comida vegetariana, era un maniático de la forma física y corría todas las mañanas. Exigía horarios y temarios estrictos y estaba perfectamente informado. Perfectamente disciplinado.
Una noche, tras la cena, después de una dura negociación, aceptó quedarse hablando con su interlocutor y comentar acerca de la vida, de lo difícil que era criar a los hijos en una situación de conflicto. Parecía que se había relajado y, al final de la velada, el enviado del Gobierno le sugirió cambiar un término cualquiera de los acordados por otro. De nuevo se puso en guardia, montó en cólera y le acusó de haber intentado confraternizar con él para engañarle.
Las Fuerzas de Seguridad piensan que el terrorista, en busca y captura después de que el Supremo le vinculara con el atentado contra el cuartel de Zaragoza (11 muertos, cinco niñas entre ellos), ya no forma parte del Comité Ejecutivo o aparato político de ETA. En todo caso asesora a la banda, pero está fuera.
EL MUNDO 27/10/13