Las víctimas en Europa

EL CORREO 22/12/13
FERNANDO SAVATER

· No vamos a apuntarnos a la moda oportunista de decir «yo también soy Mandela»

El primer premio Sájarov del Parlamento Europeo a la defensa de los derechos humanos y la libertad de pensamiento fue concedido en 1988 a Nelson Mandela. No fue entonces la mera consagración de un triunfador (faltaban aún seis años para que concluyese efectivamente el apartheid y fuese elegido presidente de Sudáfrica): más bien se reconocía a un luchador todavía en la cuerda floja y se tomaba partido en un combate indeciso. Conviene recordarlo precisamente ahora, cuando con motivo de su fallecimiento todo el mundo se frota con la sombra mágica del gran líder, incluso los cabecillas menos recomendables y más ajenos a los derechos humanos. También cuando una santurrona catarata mediática beatifica a Mandela y olvida que ante todo fue un político tan generoso como astuto, capaz de enmendar sus errores violentos del pasado y pagar el precio de la democratización de su país sacrificando antiguos aliados. El Premio Sájarov fue su primer gran reconocimiento internacional, antes del Nobel junto a tantos más, y quizá también uno de los que más le ayudaron políticamente.

Por razones obvias Nelson Mandela ya no pudo asistir en Estrasburgo el pasado noviembre a la reunión de todos los galardonados con el Premio Sájarov durante estos veinticinco años. Sí estuvo allí Basta Ya, que recibió la distinción doce años después de Mandela. No vamos a apuntarnos a la moda oportunista de decir «yo también soy Mandela» ahora que tan rentable les parece a muchos, pero es indudable que Basta Ya tiene en común con el líder sudafricano haber recibido el mismo reconocimiento europeo por defender los derechos humanos. Y otra cosa también: en su día, hace un cuarto de siglo, el premio a Mandela fue recibido en el Parlamento con fuertes reticencias y hasta oposición por parte de grupos políticos conservadores (que hoy le celebran con ruidoso entusiasmo, por cierto). De igual modo, el premio a Basta Ya (el único movimiento que lo ha conseguido cuyo ámbito de actuación fue un país de la UE) también mereció en su momento la hostilidad abierta o disimulada de unos cuantos parlamentarios europeos nacionalistas o afines, representantes en ciertos casos de partidos que ahora en Euskadi son de los más entusiastas del así llamado ‘proceso de paz’ y del ‘nuevo tiempo’ que vivimos, al que supongo que Basta Ya habrá contribuido algo, aunque no sea tanto como Mandela al final de apartheid. Paradojas de la evolución política de los países, de cuyo mérito suelen ponerse medallas los mismos que ayer sólo ponían zancadillas…

En Estrasburgo los premiados con el Sájarov, tanto individuos como grupos o movimientos, tuvimos ocasión de celebrar numerosas sesiones de trabajo con las autoridades europeas. En ellas, algunos tuvimos ocasión de relativizar el alcance de las dificultades que habíamos afrontado para defender la democracia en un país que ya la tenía (el caso de España), comparado con lo que padecieron y siguen padeciendo quienes se enfrentan a gobiernos dictatoriales, excluyentes y fanáticos: China, Cuba, Irán, Nigeria, Sudán, etc… Pero en todos los casos hay algo en común: no sólo la conculcación abstracta de derechos humanos sino la proliferación de víctimas concretas de tales atropellos, sean institucionales o por parte de grupos totalitarios. Pues bien, uno de los puntos más interesantes que salió a la palestra fue precisamente el de un nuevo protocolo de víctimas, cuyo contenido nos explicó Stavros Lambrinidis, representante especial de la UE para derechos humanos. Esta iniciativa, subrayó Lambrinidis, no consiste sencillamente en perseguir y castigar a quienes han causado las víctimas (lo que es obvio pero depende de otras instancias) sino en proteger a éstas de humillaciones que las marginen, minimizando o incluso justificando el perjuicio que se les ha causado, así como ensalzando a sus verdugos. Una perspectiva muy interesante para el País Vasco, donde se diluyen las responsabilidades en nombre de un ‘conflicto’ que convierte a todos en culpables o se celebran homenajes a los responsables de asesinatos y extorsiones. A partir de ahora, ya hay una instancia en Europa donde denunciar tales desafueros.

También nos invitaron en Estrasburgo a visitar el Tribunal de Derechos Humanos, donde pudimos conversar con uno de los magistrados. Medios de comunicación, responsables políticos y hasta profesionales del derecho españoles repiten una y otra vez que Estrasburgo «ha derogado» la ‘doctrina Parot’. Unos lo lamentan, otros se alegran, los más se resignan pero todos se equivocan, porque la ‘doctrina Parot’ no fue derogada ni discutida siquiera por el Tribunal, que sólo rechazó su aplicación retrospectiva en cierto número de casos. Eso ha adelantado la puesta en libertad de etarras que ya habían cumplido gran parte de sus penas y que han salido de prisión junto a los peores violadores, asesinos de niños, etc… o sea en buena compañía. Por lo demás, la ‘doctrina Parot’ sigue vigente y se aplicará sin ir más lejos a los condenados hace pocos días a miles de años por el atentado de Burgos, que no tendrán más remedio que cumplir el máximo penal. Apuesto a que cuando sean excarcelados dentro de cuatro décadas encuentran que varias cosas siguen como ahora: la CAV en el Estado español y el PNV en su gobierno…