EL MUNDO 05/07/13
· El etarra intenta blindar sus permisos con una carta pero no colabora con la Justicia.
El etarra Valentín Lasarte no quiere que peligre ninguno de los permisos penitenciarios que se le están concediendo y ha escrito un carta (fechada el 3 de junio) al sargento del cuartel de Lodosa pidiéndole que transmita a sus hombres –contra los que atentó– que transmita «de mi parte, que lamento el daño que les causé en su día a ellos y a sus familiares».
Lasarte, que fue el asesino, entre otros, de los dirigentes del PP y del PSOE, Gregorio Ordóñez y Fernando Múgica, se acogió a la denominada vía Nanclares, en una decisión que le costó la expulsión por parte de ETA, para así acceder con mayor facilidad a los beneficios y a los permisos carcelarios.
Recientemente pudo disfrutar de dos salidas de prisión de tres y seis días que eligió pasar en la localidad navarra de Lodosa porque se le prohibió expresamente pisar el País Vasco, donde residen los familiares de sus víctimas. Finalmente resultó que en el cuartel, al que se acercó a firmar dando un tranquilo paseo empujando un carrito con un niño y acompañado de su pareja, trabajaban agentes contra los que él había atentado. El fiscal recurrió el segundo permiso ante el juez por el asunto de la cercanía a las víctimas pero, sobre todo, porque el etarra –pese a exigirlo la ley– «no ha cooperado en ningún momento con la Administración de Justicia como tampoco en la averiguación de sus acciones terroristas perpetradas por ETA».
En la carta, Lasarte explica que la vulneración del primer requisito fue involuntaria pero la colaboración ni siquiera la menciona.
Asegura que «leí en la prensa, en EL MUNDO, que por lo visto había algún agente en el cuartel, que antes prestó servicio en el de Arnedo en la época en la que se produjo el atentado contra el mismo (agosto de 1995) en el que participé y fui condenado por ello». Dice que «desconocía totalmente esa situación» y alega que «no se me ha dado la opción de hacerlo [firmar] en otro lugar o ante otro cuerpo policial». «Es públicamente conocido que reconocí en su día el daño causado a mis víctimas y les pedí de manera genérica disculpas y perdón», añade, antes de precisar que considera que «sus víctimas» son «todas ellas y por tanto también estos agentes mencionados».
Planteada la cuestión, solicita al «sr. sargento», como lo llama, que «si usted lo ve bien, correcto y posible, me gustaría que transmitiera de mi parte a esos agentes que lamento el daño que les causé en su día a ellos y a sus familiares».
En su propósito de suavizar los inconvenientes ante ulteriores permisos añade: «Así mismo (sic), y para calmar un poco las cosas, estoy esperando en escribir a la sala y al juez para solicitarles pasar el siguiente permiso en otro lugar. Más adelante ya volvería a Lodosa si es posible y las circunstancias lo permiten». Da las gracias al sargento.
EL MUNDO 05/07/13