Juan Carlos Rodríguez Ibarra-Vozpópuli
  • Solo una rectificación y una petición de disculpa podría reconciliar a quienes impulsaron esa ley con la ciudadanía

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Hay hechos, circunstancias y personas que por mucho que disimulen sus movimientos, todo el mundo sabe su final. Desde hace tiempo sabemos que Yolanda Díaz será la candidata número uno de Sumar por mucho que trate de disimular o que revista el futuro liderazgo de esa formación política de un suspense que no va a ninguna parte. También sabemos que, por muy feas que se pongan las cosas en la coalición que gobierna España, nunca va a fracturarse por mucho que aparentemente parezca que se rompe la cuerda. Son ya casi una decena de veces las que hemos asistido al mismo espectáculo y el final estaba cantado desde el primer día: los de Podemos no se van del gobierno ni con agua caliente. Por muy fea que se pongan las cosas, los de Podemos siempre encontrarán la excusa para no abandonar.

Ahora ese truco le toca hacerlo a la ministra de Igualdad, Irene Montero. Quienes tengan memoria recordarán que en 2020, esa ministra declaró al diario El País lo siguiente en relación con su manoseada ley del solo el sí es sí: “El movimiento feminista no tiene una reivindicación punitiva, de mayor dureza sancionadora, porque pone el foco en la educación como salida. Las medidas fundamentales son de reflexión social, formación, prevención, sensibilización. Para erradicar las violencias machistas, lo fundamental no es un Código Penal más duro, sino una sociedad que pone freno”. Sabemos que el escándalo provocado por su ley no va a conllevar su dimisión, porque en honor a la verdad hay que reconocer que los jueces que aplican esa ley están en sintonía con el objetivo de la ministra: no endurecer el Código Penal cuando revisan las penas que se impusieron con la anterior ley a los delincuentes sexuales. Eso y no otra cosa era lo que pretendía la ministra con esa ley. Y es lo que sigue pretendiendo. Las rebajas de penas y las excarcelaciones no son efectos indeseados sino efectos deseados, porque ella cuando redacta la ley no tiene una “reivindicación punitiva”. Todo lo contrario. Eso de endurecer las penas es cosa de gobiernos de derechas.

Si la ministra se mantiene en sus trece de que la ley no permite rebajas de condenas o las posibilita, porque eso es lo que ella quería, está claro que Irene Montero sobra en el Ministerio de Igualdad

El problema de la ministra es que se ha metido en un pozo en el que no va a encontrar salida. Por no haber dicho la verdad de sus intenciones en ningún momento, cualquier camino que tome le conduce al descrédito y a la renuncia. Si sigue afirmando que la ley no permite la rebaja de condenas mientras se cuentan por centenares esas rebajas, la ministra se equivocó gravemente y no tienen otro camino que la dimisión. Si, en cambio, la ministra acepta que el Grupo Parlamentario Socialista haya presentado una proposición de ley en el Congreso corrigiendo los artículos que posibilitan la disminución de penas, no le queda otro camino que dejar su asiento ministerial porque reconocerá, entonces, que por su culpa, por una redacción errónea de la ley, más de cuatro centenas de delincuentes se han beneficiado de su error, y eso se paga con la dimisión. Y finalmente, si su socio de Gobierno llega hasta el final con la proposición citada y la ministra se mantiene en sus trece de que la ley o no permite rebajas de condenas o las posibilita, porque eso es lo que ella quería, está claro que Irene Montero sobra en el Ministerio de Igualdad.

Ya sabemos que Podemos no va a dejar el Gobierno pase lo que pase y haya que justificar lo que se tenga que justificar.  En esta ocasión no habrá excusa que valga. Solo sabremos que a la ministra de Igualdad le temblarán las piernas por solo pensar que tendría que pagar con su renuncia su error o su incompetencia.

Cuando tanta guasa se ha tenido con el despiste de mi paisano, el diputado Alberto Casero, no estaría mal que la misma mofa se empleara con los 205 diputados que se equivocaron de botón cuando votaron  a una ley que un año después, han tenido que corregir. Casero ya tienen compañía.

Solo una rectificación, un reconocimiento del error y una petición de disculpa por la inquietud que la ley está provocando en la sociedad y en quienes sufrieron algún tipo de violencia sexual por quienes ya están en la calle o en el camino de salida podría reconciliar a quienes elaboraron y aprobaron esa ley con la ciudadanía. Todos tenemos derecho a equivocarnos honradamente. También los ministros si se despojan de una soberbia que no va con el cargo.