Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 26/3/12
La renovación interna del PNV ha dejado un Euzkadi Buru Batzar (EBB) al gusto deIñigo Urkullu, precisamente cuando lo más necesita ahora que asoman las autonómicas. Pero por encima de esta sustancioso objetivo, las elecciones acometidas en sus asambleas territoriales arrojan mensajes intencionados. De entrada, solo Bizkaia, con un discurso político plagado de pragmatismo que lleva camino de ensancharse, dispone de paz asegurada entre su afiliación. Podría decirse otro tanto de Navarra, aunque aquí el peso interno es mínimo desde la ruptura con Carlos Garaikoextea. Ahora bien, en Gipuzkoa y Álava, territorios donde los nacionalistas han perdido significativamente cuota institucional y se visualiza más cómodamente el lenguaje soberanista, las heridas sangran y es posible que tarden en restañarse.
Es lógico que a partir de ahora el foco jeltzale se sitúe en la carrera por elegir un candidato a lehendakari que, incluso, dispone de fundadas opciones de gobernar. Además, el hecho de que pueda ser Urkullu, encendiendo de paso un lógico debate interno habida cuenta de su condición de presidente del EBB, aviva las expectativas mediáticas. Eso sí, tampoco convendría orillar los cruces internos que se han destapado en Gipuzkoa y Álava.
Bien es cierto que Joseba Egibar se asegura otro mandato en el GBB, que le llevará a cumplir la discutible marca de un cuarto de siglo en el cargo desde su primera elección, aunque lo hará tras digerir la irrupción de una oposición interna que cualitativa y cuantitativmente no esperaba y que ha tejido su contundente crítica sin levantar la voz, ofreciendo un espíritu constructivo para determinar conjuntamente un nuevo mensaje político como alternativa real a Bildu. Esta radiografía interna del partido en Gipuzkoa no desagradará, desde luego, al entorno de Urkullu. De hecho, en este proceso, Egibar, primero con los cargos para el EBB que no consiguió y ahora con su reelección cuestionada, ha recibidos dos serios avisos que no le permitirán enrocarse.
En Álava, en cambio, la fotografía final de su renovación puede resultar engañosa. Bien es cierto que la pieza de caza mayor perseguida se ha conseguido e Iñaki Gerenabarrena deja de presidir el partido en esta territorial, pero su sombra seguirá demasiado presente en la ejecutiva del nuevo dirigenteXabier Agirre. Gerenabarrena, quizá el político que con más vehemencia suspira por el regreso de Juan José Ibarretxe en una mezcla de lealtad y convicción que, de paso, erosiona a Urkullu, no se ha ido definitivamente y en el EBB lo saben. Basta con recordar su ácida despedida para entender fácilmente que no ha bajado la guardia, que vigilará la esencia del nuevo discurso que su sustituto irá pergeñando y que oteará la realidad desde la vicepresidencia de Vital Kutxa y encima de la Obra Social, una posición tan confortable como influyente.
Así las cosas, el PNV salva sin especiales convulsiones su renovación interna, que siempre es un mérito cuando el debate sobre personas supera al de los mensajes. Solventado el reto, y aunque siga poniendo un ojo en San Sebastián y Vitoria, Urkullu tiene las manos más libres que nunca.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 26/3/12