ALBERTO AYALA-EL CORREO

  • Andueza ha abierto la puerta a acuerdos con EH Bildu, pero la opción de un tripartido de izquierdas con los de Otegi y Podemos parece seguir condicionada a que Sortu repudie y condene a ETA y sus crímenes, algo muy improbable

El Partido Socialista de Euskadi (PSE-EE) abre este fin de semana un nuevo ciclo con la oficialización en congreso del traspaso de poderes de Idoia Mendia a Eneko Andueza en la secretaría general. El político eibarrés, miembro del ‘aparato’ del partido, se ganó el cargo hace unas semanas en las urnas al derrotar por una abrumadora mayoría a Soraya Morla, nada menos que con el 95% de los votos de la militancia.

Andueza hereda de Mendia un partido en bastante mejor situación que la que ella y su equipo debieron afrontar. PNV y PSE hace tiempo que han recompuesto sus relaciones, rotas por el pacto excluyente de Lizarra, y hoy cogobiernan juntos casi todas las instituciones vascas. Además, en las últimas citas electorales, los socialistas han vuelto a situarse como fuerza de referencia de la izquierda no nacionalista por delante de Podemos, que en los comicios autonómicos de 2016 relegó al PSE al cuarto puesto.

La presencia socialista en el Gobierno vasco, en las tres diputaciones y en los ayuntamientos, incluidas las capitales, concede al PSE una generosa cuota de poder a repartir entre los suyos. Amén, claro, de permitirle sacar adelante promesas a su electorado.

Pero esta realidad, que sin duda ayuda a que las aguas del partido bajen bastante tranquilas, no oculta otras circunstancias peores de relevancia política. Números mandan.

El PSE es la organización territorial socialista con peores resultados en las últimas autonómicas de su comunidad, aunque en Euskadi la competencia partidaria es en general mayor. De las otras dieciséis autonomías, los socialistas ganaron en doce y gobiernan en ocho. En Navarra, el PSN fue segundo pero María Chivite dirige el viejo reyno al frente de un gabinete de coalición con apoyo externo de EH Bildu. Sólo en Galicia, Cantabria y Madrid los socialistas fueron terceros, como en Euskadi, pero con porcentajes de votos más altos.

Y es que en las últimas elecciones al Parlamento vasco de 2020, el PSE apenas recibió 122.248 papeletas. Fue el peor resultado de su historia, muy alejado de los 318.112 sufragios de 2009 -comicios a los que no pudo concurrir la izquierda abertzale por su connivencia con ETA-, que permitieron a Patxi López alcanzar Ajuria Enea, gracias al apoyo del PP. Al menos, porcentualmente, los socialistas mejoraron el 11,94% de 2016 y se fueron al 13,65% en 2020.

Qué piensan hacer Andueza y la nueva ejecutiva que se conoce hoy para reconducir este preocupante cuadro de situación es la interrogante a despejar. La continuidad de la fructífera alianza con el PNV parece fuera de toda duda. Por interés peneuvista, del PSE y de un Pedro Sánchez que tiene en los de Ortuzar a su aliado nacionalista más fiable.

El nuevo líder del PSE ha abierto la puerta a acuerdos con EH Bildu. Pero la opción de un tripartido de izquierdas con los de Otegi y Podemos parece seguir condicionada, afortunadamente, a que Sortu repudie y condene a ETA y sus crímenes, algo muy improbable. De momento. Visto lo ocurrido en Madrid y Navarra habrá que seguir con atención los acontecimientos.