JOSÉ RAMÓN BAUZÁ – EL MUNDO – 25/07/16
· El autor critica las medidas aprobadas en el Consejo Social de la Lengua Catalana que, bajo el pretexto de fomentar el catalán, imponen el uso de este idioma en la sociedad balear, incluidos espacios privados.
Imagínese usted que es un turista que viaja a un país europeo y cuando va a entrar a una tienda a comprar uno de los artículos que allí se venden tiene la suerte de que le atiendan en español. Pues la verdad es que es un detalle que se agradece.
Imagínese usted que es un turista que viaja a Estados Unidos o Australia y cuando va a entrar a una tienda a comprar un artículo también le atienden en español. Se agradece y mucho.
Ahora imagínese, por un momento, que es un turista europeo o norteamericano, o de cualquier otro lugar del mundo que entra en una tienda cualquiera de Baleares y no sólo no le atienden en inglés, alemán o francés, ni en español tan siquiera, sino que le atienden en catalán.
Y vuelva usted a imaginarse, no que es un turista extranjero, sino que es un turista español y cuando va a comprar un artículo en una tienda española y balear le atienden exclusivamente en catalán.
Pues bien, querido lector, ya no tendrá que imaginarse nada de esto, porque esta circunstancia que acabo de describirle va a ser realidad en Baleares en cuanto sea aprobada la ley, ya anunciada por la socialista Armengol y su Gobierno, en cuestión de días o semanas.
Esta es sólo una de las 136 medidas aprobadas por unanimidad por el Consejo Social de la Lengua Catalana contenidas en un plan quinquenal para fomentar el uso del catalán en el periodo 2016-2021.
Ingenuo de mí, que pensaba que los principales problemas que tenían los ciudadanos eran poder conseguir un puesto de trabajo, mantener el que uno tiene e incluso poder mejorar profesional y salarialmente, poder llegar a final de mes, poder pagar la hipoteca, esforzarse y sacrificarse los padres para conseguir una buena educación para sus hijos, acceder al primer empleo los más jóvenes, poder recuperar el suyo los mayores de 50 años, que son los que más dificultades tienen.
Y no nos olvidemos de los autónomos y los pequeños empresarios, cuyos principales problemas son acceder al crédito, igual que las familias, prosperar y pensar en contratar a un empleado más, poder cancelar préstamos o conseguir una póliza de crédito.
Esos son, a mi juicio, los principales problemas que tiene la sociedad.
Bien es cierto que para una persona como yo, que se define como de pensamiento centroderecha, reformista y liberal, jamás se hubiera planteado que el problema fuera intervenir lingüísticamente en la sociedad civil, y mucho menos en el ámbito comercial y empresarial.
Pero quizá para el Gobierno multipartito radical de Armengol esta última sea su prioridad y el resto simplemente cosas que hay que arreglar con el tiempo. O que se arreglarán solas o incluso que ya nos las han dejado arregladas los gobiernos del Partido Popular que nos han precedido en la legislatura anterior.
La excusa o argumento esgrimido en el susodicho plan es que hay que defender los derechos de los catalanoparlantes, cosa que defiendo al 100%. Pero no sólo los de ellos, sino que hay que defender los derechos de todos los ciudadanos, procedan de donde procedan. Esa es una de las premisas de nuestra Constitución y de los que creemos en la libertad.
¿Pero dónde refleja o defiende este Govern el derecho a la libertad de los que no piensan como los independentistas catalanistas? Y aclaro: no digo catalanes, sino independentistas catalanistas.
Siempre he defendido la libertad como premisa básica en las relaciones entre seres humanos, como base del respeto y la diversidad, y mucho más en el ejercicio de la actividad política.
Las lenguas tienen que servir de herramienta de comunicación, no de argumento político para dividir.
En Baleares recibimos al año a 12 millones de turistas y nuestros empresarios y comerciantes hacen todo lo posible para identificar y adaptarse a las necesidades de todos ellos porque piensan que, además de ser más atractivos, competitivos y abiertos, obviamente podrán mejorar sus ingresos.
En Baleares seis de cada 10 puestos de trabajo exigen el inglés y hay muchos establecimientos donde sólo se habla el inglés, alemán, ruso, etc. Cualquiera menos el español o el catalán.
¿Alguien cree que el empresario no va a adaptarse como mejor considere para poder vender sus productos a cuantos más clientes mejor? De esta forma, los empleados que están de cara al público les hablarán en todos los idiomas que consideren más oportunos o de uso mayoritario.
Eso que parece que les cuesta entender a los actuales dirigentes políticos de Baleares es algo tan simple como la ley de la oferta y la demanda.
No es la opinión de un liberal convencido, como quien escribe estas líneas, sino que es el proceder de cualquier tendero, comerciante y pequeño y gran empresario, cotizante en bolsa, que tiene su puerta abierta a la calle para que entre un cliente, venga de donde venga, haya nacido donde haya nacido y hable el idioma que hable. Es, simplemente, sentido común.
Todo este despropósito es el propósito de un Govern extremista, que prioriza la intervención de la sociedad civil, que les dice a los empresarios –que son quieres generan los puestos de trabajo– a quién tienen que contratar, bajo qué criterios, como rotular sus establecimientos, condicionando las licencias de apertura y actividad a que en su negocio se hable un idioma, cosa que supervisarán.
Asegurando que los empresarios y los trabajadores tienen poca conciencia sobre su responsabilidad social a la hora de garantizar los derechos lingüísticos de los consumidores catalanoparlantes.
Un Govern que utiliza el dinero público para llevar a cabo sus obsesiones lingüísticas mientras, como publicaban varios medios esta misma semana, se conoce que una de las asociaciones más importantes de enfermos de las islas lleva más de medio año sin cobrar, y atienden a todos sus asociados independientemente del idioma que hablen. Porque lo importante es la profesionalidad, el buen hacer, la dedicación y el compromiso.
Y de eso Baleares puede presumir, de tener a los mejores empresarios, comerciantes y profesionales que se entregan a sus dedicaciones y a solventar los problemas del día a día, que no son pocos, para que vengan algunos a crearles más en su propia casa, en su propios negocios. Algo que es propio, desgraciadamente, de otros países que no son el espejo donde se quiere mirar una sociedad tan competitiva y desarrollada como es la balear.
Mi apoyo y admiración a todos los que cada día suben la barrera de su negocio, muchos de ellos con varias generaciones a sus espaldas. Yo seguiré comprando en los que mejor servicio, mejores productos, mayores atenciones y calidad me ofrezcan, estén donde estén, se llamen como se llamen y hablen el idioma que hablen. Es, simplemente, mi reconocimiento a esos grandes profesionales del comercio en Baleares.
José Ramón Bauzá es senador del PP y ex presidente de las Islas Baleares.