EL ARTÍCULO constitucional estuvo redactado en 1978: «Una misma persona no podrá ser presidente del Gobierno o de una Comunidad Autónoma más de 8 años». La limitación de mandatos se había establecido para el gobernador del Banco de España, para los presidentes del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo, del Tribunal de Cuentas…
Adolfo Suárez rechazó de plano que los límites afectaran a la presidencia del Gobierno. Estaba yo al frente de la agencia Efe en aquella época y doy testimonio de que me llamó agitado por una cólera poco frecuente en él y me dijo que pensaba ganar todas las elecciones y que sería presidente hasta el año 2010. Estábamos en 1978. Lo he contado alguna vez y lo ratifico ahora porque he desempolvado unas declaraciones públicas de Adolfo Suárez durante su viaje a Jaén en 1979, en las que afirmó que «había UCD para 107 años más» y que si los españoles le votaban «él permanecería hasta el año 2010».
A la vista de la experiencia histórica, fue una lástima que no se estableciera constitucionalmente la limitación de mandatos en la presidencia del Gobierno y de las Comunidades Autónomas. El ejercicio prolongado del poder genera de forma casi inevitable corrupción en el entorno del Gobierno. Felipe González fue un político impecablemente honrado. Si constitucionalmente hubiera tenido que dejar su cargo a los 8 años, es decir, en 1990, hoy sería referencia permanente de la política española. Pero la prolongación de su mandato terminó por desatar la voracidad de algunos y la gestión presidencial quedó fragilizada por la corrupción que afectó al gobernador del Banco de España, al director general de la Guardia Civil, a la directora del Boletín Oficial del Estado, amén una turbia lista que alargaría este artículo hasta la náusea.
Preocupado por lo que había ocurrido, le arranqué a José María Aznar en su despacho oficial, en una larga entrevista para La Razón, el periódico que fundé en 1998, el compromiso público de que no permanecería en Moncloa más de 8 años. Lo cumplió. Aznar ha sido siempre, en política y en la vida, la seriedad, la coherencia y la responsabilidad.
Cuando en noviembre de 1944, Roosevelt ganó por cuarta vez las elecciones, destacados intelectuales estadounidenses se echaron las manos a la cabeza, a pesar de que aquella elección se produjo en plena Guerra Mundial. Roosevelt falleció el 12 de abril de 1945 y los constitucionalistas americanos plantearon una enmienda a la Constitución limitando el mandato presidencial a 8 años. Desde entonces la fórmula, con los debidos matices y veladuras, se ha establecido en numerosos países incluso con sistemas parlamentarios. Charles De Gaulle al triturar la IV República, que se había hecho ingobernable, estableció para la presidencia de la V República, conforme a su megalomanía, un máximo de dos mandatos presidenciales de 7 años.
El acuerdo PP y Ciudadanos para que el presidente del Gobierno no pase de 8 años en Moncloa me parece acertado. Rajoy hizo bien en firmarlo y ahora deberá de manera flexible concordar las fechas de aplicación. Si algún día se pone en marcha la reforma de la Constitución, habría que incluir la limitación de mandatos para la presidencia del Gobierno y de las Autonomías.