No se conoce el caso de partido que, teniendo que optar entre la decencia y el poder, haya optado por lo primero. Y Rajoy no va a sentar precedente en Valencia. Presentar listas electorales tan cuajadas de imputados no es de recibo, ahora que se van a examinar con lupa las listas de Bildu para evitar que lleven bicho.
Salvo que un gesto de autoridad de Mariano Rajoy, no esperable a la hora de terminar esta columna, lo remedie, las listas Camps van a ser aprobadas por Génova. No va a ser para el presidente del PP un hosanna, los cielos cantan la gloria de Camps, sino más bien un que sea lo que Dios quiera. El problema es que Camps sí está en su domingo de Ramos, que esta semana caía en miércoles. Ante lo que los partidos llaman la sociedad civil se marcó una hora de discurso cantando las bondades de su gestión: «Haremos las cosas más insospechadas, salvo enviar cohetes a la Luna». Seguramente no es por falta de tecnología, sino de voluntad. Luna se llama el jefe de la oposición socialista y al enemigo ni agua. No explicó cómo va a pagar a Correos los 40 millones que le debe para que el servicio vuelva a funcionar, ni cómo ve el futuro de la CAM.
Todo hace pensar que las listas van a ser confeccionadas sin melindres y que las del Parlamento valenciano, así como las listas a los ayuntamientos, van a estar cuajaditas de imputados e implicados, un paté trufado de material humano justiciable. Del president abajo, algunos nombres: Camps, Costa, Rambla, Ripoll, Sonia Castedo, la alcaldesa de Alicante y algunos más.
Sobre el president Camps pende el famoso asunto de los trajes, que no hará historia de la crónica negra por su cuantía, pero sí muy rico en significantes. La gente que viste prêt-à-porter no se hace idea del nivel de intimidad que atesoran las conversaciones de un caballero con su sastre. «Vuecencia, ¿para dónde carga?», le preguntaba respetuosamente a Franco el suyo. Era de suponer que a la derecha, claro.
El caso de los trajes es vistoso, pero por detrás asoman la financiación irregular, la visita del Papa, el caso Brugal, asuntos que son de mayor enjundia y que tendrían que haber movido Rajoy a actuar con mano firme por puro instinto de conservación. Este mes vamos a conocer la decisión del juez sobre Camps: si archiva la causa o decide la apertura de juicio oral, que sería para bien entrado el otoño. El segundo caso sería un problema grave no ya para Camps, sino para él como candidato a la Presidencia del Gobierno. El caso Gürtel le acompañaría en su intento 2012 (o antes).
A veces, la vida o la literatura dan resultados como éste. En El hombre que fue jueves, el directorio de una organización anarquista estaba íntegramente formado por policías. Presentar listas tan cuajadas de imputados no es de recibo, ahora que se van a examinar con lupa las listas de Bildu para evitar que lleven bicho.
No se conoce el caso de partido que, teniendo que optar entre la decencia y el poder, haya optado por lo primero. No parece que Rajoy vaya a sentar precedente en Valencia. Y tal vez pudiera hacerlo sin grave daño para sus intereses partidistas. Si este Camps puede darle tal paliza electoral a ese Alarte, como auguran las encuestas, cualquier sustituto podría hacerlo. No parece que los votantes valencianos actúen movidos por la admiración que les suscita el fondo de armario del president o su actitud cariñosa en la conversación con sus amigos.
Santiago González, EL MUNDO, 8/4/2011