Del Blog de Santiago González

Erkoreka explicaba ayer que solo aspiran a gestionar la Seguridad Social, pero que “en ningún caso se plantean romper la caja única”. Aitor, el del tractor, no era tan categórico: el Estatuto de Gernika recoge el traspaso de la gestión económica de la Seguridad Social (SS), pero no incluye “la transferencia total” de las pensiones, aunque ha remarcado que “no renuncia a ello en el futuro”.

Tampoco había renunciado en el pasado. Hace 30 años  concluía una legislatura en que el PNV y el PSE habían sostenido el Gobierno de coalición presidido por Ardanza después de la escisión que dio lugar a Eusko Alkartasuna, el partido de Garaikoetxea. Había sido aquella una legislatura muy provechosa para el partido-guía: los cuatro años le habían servido para recomponerse y ganar cinco escaños, mientras los socialistas perdían tres y EA cuatro.

Ardanza no mantuvo la política de alianzas y explicó a su vice Ramón Jáuregui que le hacía ilusión cambiar de socios, ir a un tripartito con EA y Euskadiko Eskerra. El PSE, para seguir en el Gobierno vasco tendría que pagar peaje: la transferencia de la Seguridad Social, con caja incluída y la creación del Banco Público Vasco. Era un círculo virtuoso: la cuenta de las pensiones era entonces superavitaria. No deben creer que el nacionalismo pensaba en redistribuir el excedente con otras comunidades que presentaran déficit. Ese dinero vendría al pelo para crear un banco público para atender las necesidades financieras de la industria vasca.

No pudo ser y Ardanza tuvo un Gobierno nacionalista que solo duró ocho meses, al cabo de los cuales destituyó a los consejeros alkartasunos porque el partido de Garaikoetxea se dedicó a suscribir proclamas autodeterministas junto a Herri Batasuna en los ayuntamientos. O tempora! o mores! El PSE, fiel a una de sus tradiciones, aceptó volver al Gobierno por la gatera por la que había salido EA y aquí paz y después gloria. Pero esa es otra historia.

Es el caso que el superávit de la Seguridad Social no duró mucho más. La población vasca es la más envejecida de España, es decir, que tenemos el número mayor de pensionistas que son, además, los que perciben pensiones más altas. Ahora mismo la cuenta de las pensiones asciende a 9.000 millones de euros en Euskadi, de los cuales solo 5.500 corresponden a recaudaciones propias. Los otros 3.500 irán por cuenta de los trabajadores del resto de España, que los aportarán graciosa y desinteresadamente para que los administre un partido al que no han votado. Pero el año que viene se transferirán los funcionarios y los edificios y eso que se llama los medios materiales y los pensionistas vascos recibirán una carta en la que se les anuncie que el Gobierno vasco les reconoce la pensión. Tal como decía ayer Aitor Esteban: la carta con las pensiones “debería llegar con el escudo del Gobierno Vasco”. Eso es lo importante, no quien vaya a pagar todo ese lujo. Los lunes de los dos últimos años se han venido manifestando multitudinariamente en Bilbao por sus pensiones los jubilados mejor pagados de España. Es natural que Esteban sienta como propia la necesidad de aprobarle los presupuestos a Sánchez. Nunca podrían soñar con un gobernante más desaprensivo, más favorable para sus propósitos.