IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • El incremento de las cotizaciones sociales no soluciona el agujero de las pensiones y es evidente la necesidad de ajustar el gasto

No crea, sé muy bien que el debate fundamental de la semana, el que le ha dado orden y sentido, ha sido el realizado alrededor de la pregunta fundamental de si interrumpimos el Requiescat in Pace de José Antonio Primo de Rivera en el Valle de Cuelgamuros, (de soltera, Valle de los Caídos) y si eliminamos el derecho de sus descendientes a usar el título de Duque que el dictador le concedió de manera póstuma. Ya sabe que murió sin participar en la contienda civil, fusilado en el patio de la cárcel de Alicante por balas republicanas, tras un juicio sumarísimo con unas garantías procesales escasas, al estilo Lukashenko en Minsk. Sin duda es un tema de la máxima importancia y de rabiosa actualidad. Como sé que, en comparación, resultan nimias cuestiones como la subida de la inflación, los precios de la energía, las manifestaciones de protesta, los desequilibrios de las pensiones, el desboque del déficit público, la ingente acumulación de la lava de la deuda e, incluso, la posibilidad de que el aumento de los contagios nos devuelva a las restricciones a la movilidad olvidadas y acaben por dar el golpe de gracia a la recuperación económica. Nimiedades indignas de molestar su atención en un fin de semana como este.

Pero, ¡qué le vamos a hacer!, como todos los brutos soy un empecinado, así que le voy a hablar de las pensiones y le voy a dar unas cifras, con la esperanza de aclarar algo la situación. Dicho en sencillo, el sistema es como un depósito en el que entran las cotizaciones sociales y del que salen las prestaciones: unas contributivas, que llegan a quienes han cotizado y otras no contributivas, que van a los que se las merecen, pero no han cotizado. En grandes números, en ese depósito entran unos 130.000 millones y salen de él 180.000. El Estado tapa el agujero con una mezcla de transferencias y préstamos que se contabilizan por separado, pero que en realidad son lo mismo, ante la imposibilidad absoluta de que el sistema devuelva lo prestado.

Hay que tomar medidas pero nadie está dispuesto a asumirlas por el coste popular y electoral

La medida adoptada esta semana, de subir 0,6 puntos las cotizaciones producirá entre 2.500 y 3.000 millones que irán a engordar una hucha que tuvo 66.815 millones en 2011, tiene 2.000 en la actualidad y que se espera llegue a los 50.000 en 2032. Como ve, todo es un burdo apaño que no esconde la realidad de un sistema mal financiado, que la medida del ministro Escrivá no conseguirá solucionar, pero que desde ya mismo ha conseguido irritar a los empresarios, cuya salida de la reunión sirvió para aumentar su parte del esfuerzo. Para calmar las aguas, el propio ministro aseguró que se trataba solo de unos pocos euros al mes, olvidándose de que es precisamente su minúsculo tamaño el que condiciona su escasa efectividad.

Si repasamos las cifras es fácil llegar a la conclusión de que será imposible colmar el desfase mediante un incremento enorme de los ingresos, ya que exigiría un aumento del empleo igual de enorme. Aquí vamos mal, dada que la insistencia en castigarlo con nuevas cargas y mayores regulaciones que caminan en el sentido exactamente opuesto. Así que será necesario actuar sobre los gastos. Es una conclusión ciertamente desagradable, que nadie está dispuesto a asumir, conscientes todos de su elevado coste popular/electoral. Pero, o rebajamos los gastos o esto no se arregla.

Entonces, ¿hay que reducir las pensiones? Eso me parece imposible, además de injusto y ningún país lo ha hecho de manera voluntaria. Alexis Tsipras en Grecia se vio obligado a ello en julio de 2015, pero fue ‘empujado’ por la Unión Europea, dentro de su duro plan de rescate. A la vista de sus resultados -le costó el cargo tras las elecciones de 2019, Grecia continúa arrastrándose y la UE ha perdido gran parte de su anterior glamour-, no creo que tal cosa se vuelva a repetir. Lo más sensato parece caminar al lado de una prolongación de la vida laboral, apoyada en la evidencia de la prolongación previa de la esperanza de vida. Además de más eficiente es más justo. ¿Se hará tal cosa? Lo dudo y desde luego nunca antes de las próximas elecciones. Y como siempre hay unas elecciones a la vista…