La discusión sobre si don Sabino era o no racista es inútil. Aunque él habla siempre de «raza baska», parece que se refiere a lo que hoy llaman ustedes «pueblo vasco». Es decir algo que permanece impoluto e incontaminado a lo largo de los siglos, que no se altera ni modifica. Algo, como ven, de origen metafísico.
El portavoz del Gobierno vasco, don Josu Jon Imaz, publicó hace unas semanas (30-11-2003) un artículo en estas mismas páginas, ‘La aportación de Sabino Arana’. En él defendía la figura histórica de don Sabino, cosa lógica en un sabiniano. Decía don Josu Jon que en la época de don Sabino la sociedad era racista. Sí, pero con matices. El señor Arana nació casualmente en 1865, año en que termina la Guerra Civil Norteamericana y que marca el principio del fin del esclavismo en EE UU. Es cierto que España mantuvo la esclavitud en Cuba y Puerto Rico hasta fechas tardías. Es igualmente cierto que entre 1763 y 1838 entraron en Cuba unos 390.000 esclavos negros. El asunto es que algunos de los últimos armadores y responsables de barcos negreros fueron vascos. ¡Qué le vamos a hacer! Hemos estado por todos los sitios, pero muy especialmente en la conquista, administración y aventura americana. Me atrevo a recomendar la lectura de ‘Las inquietudes de Shanti Andía’, del viejo don Pío. Para el capitán negrero Zaldumbide, «la moral era una cuestión de paralelo». En fin, que casi todo está en los libros.
La discusión sobre si don Sabino era o no racista es inútil. Aunque él habla siempre de «raza baska», parece que se refiere a lo que hoy llaman ustedes «pueblo vasco». Es decir algo que permanece impoluto e incontaminado a lo largo de los siglos, que no se altere ni modifica. Es lo que es. Soy el que soy. Algo como ve, de origen metafísico.
Pero al otro lado están los otros: nosotros o ellos. Ellos son los de fuera. Como la inmigración a su Bizkaia es lógicamente de españoles, está todo explicado. El calificativo de ‘maketo’ usado por don Sabino es curioso. Según la interpretación actual sería una incorrección de la palabra ‘meteco’, que así llamaban los griegos a los extranjeros. Maketo tiene, se quiera o no, un sentido de desprecio. Por otro lado, y nada menos que para su boda con Nicolasa Achicallende, antes de casarse tiene básicamente en cuenta «los 126 apellidos euskericos de mi futura esposa». Sin embargo, le «envía al colegio para adquirir la educación exterior necesaria par alternar con mi familia». No digo más.
Por último se habla de onomástica. Creador de nombres como Edurne, Nekane, Miren, Josune, Jaione o Agurtzane, el ínclito don Sabino los deduce de los escritos de don Pedro Pablo de Astarloa, un sacerdote durangués (1752-1806) que decidió que las niñas lloraban con la ‘e’ (¡e-e-e!) y los niños con la ‘a’ (¡a-a-a!). Por esta razón tan singular y original muchos nombres de mujer inventados por don Sabino terminan en e y los de los varones en a: Gorka, Koldovika, Joseba, Kepa o Gaizka. La originalidad sabiniana sigue con el nombre de su propio partido: PNV-EAJ. EAJ=Partido Vasco Amante de Dios y de la Ley Vieja.
Arana Goiri fue, indudablemente, un hombre original para su tiempo. Como también lo fue Langdon Down, un psiquiatra inglés que describió por primera vez en 1866 el mongolismo, o idiocia mongólica, en su publicación ‘Observaciones sobre la clasificación étnica de los idiotas’: «Degeneración de la raza superior (blanca, claro) en razas infe-riores por un fenómeno desconocido». Hoy sabemos que nada tiene que ver con los pueblos orientales y sí con una alteración cromosómica.
Por todo ello, además del recuerdo amable, se agradecería también una puesta al día de algunas teorías políticas.
Augusto Borderas, EL CORREO, 7/1/2004