VICTORIA PREGO – EL MUNDO – 11/12/15
· El problema que afecta al diputado Pedro Gómez de la Serna ya se planteó anteriormente con Vicente Martínez Pujalte y eso permite hacer unas consideraciones que sin embargo no le son aplicables al embajador Arístegui.
En lo que se refiere a las actividades privadas de los representantes del pueblo en el Congreso, es necesario dejar las cosas muy claras en el propio reglamento de la Cámara. Lo que no parezca ético debe ser prohibido porque no resulta aceptable que las normas escritas autoricen a sus señorías a trabajar «por libre» y cuando lo hacen se les monte un escándalo monumental.
No es precisamente muy estético este tipo de método por el cual se ingresan cantidades por actividades de lobby, pero si hay consenso en que resulta feo y poco presentable, entonces lo que deben hacer los propios diputados es endurecer las condiciones por las que se incurre en incompatibilidad. Pero es engañoso y tramposo el escenario actual: yo le permito hacer esto pero si lo hace usted, sepa que le vamos a arrastrar por el descrédito y el escarnio colectivo. Las cosas deben quedar mucho más claras de lo que están ahora y así nos ahorraríamos los ciudadanos algunas sorpresas desagradables y sus señorías evitarían ponerse en situaciones difíciles de justificar ante la opinión pública por muy ajustadas a la ley y al reglamento que hayan sido sus actuaciones.
Otra cosa es lo de Arístegui. Ser un servidor del Estado, y un embajador lo es en términos plenos y absolutos, significa que uno no se va a hacer rico. El puesto tiene otras muchas y gratas compensaciones, pero no ésa. Y en ningún caso es admisible que el representante de España ante un gobierno extranjero tenga empresas de intermediación, con presuntos sobornos incluidos, con las que se hace con un sobresueldo jugoso. Lo que EL MUNDO está publicando sobre las andanzas extra profesionales de Arístegui no tiene justificación ni pase posible.
Debe ser investigado y, si se demuestra que todo lo denunciado es cierto, debe ser cesado inmediatamente de su cargo y, si procede, expulsado de la carrera diplomática. Todo en la actividad del todavía embajador descrita por este periódico resulta inadmisible, pero especialmente lo son sus explicaciones, que intentan eludir su responsabilidad y su participación en esa empresa que pretende endosarle a su hijo sin que haya nada que desmienta que él ha seguido siendo administrador de la firma comercial con la que ha obtenido muy buenos beneficios, a pesar de lo cual ha sufrido el embargo de la Hacienda Pública.
Todo ese relato encajaría con los avatares de cualquier empresario de medio pelo pero resulta rigurosamente incompatible con lo que deben acompañar a un embajador.
De modo que esperamos que los expedientes abiertos al diplomático aporten completa claridad a lo sucedido y a continuación el Estado actúe, si procede, con la máxima contundencia.
VICTORIA PREGO – EL MUNDO – 11/12/15