Miquel Giménez-Vozpópuli
  • En Castilla y León se vota más que un parlamento regional. De lo que pase se desprenderán muchas consecuencias

Una de las estupideces más enormes que han elucubrado los ideólogos de Génova es decir que lo de este domingo no podía leerse más que en clave regional. Barbaridad similar a la de añadir, no sea caso que alguien ponga el paño al púlpito, que Ayuso no era exportable. Bien, pues en cero coma Teodoro García Egea tuvo que tragarse sus palabras y el hueso de la aceituna estratégica que baila siempre en su interior.

Porque sí son unas elecciones en clave nacional, sí que Ayuso es exportable – véase como la han sacado a pasear como al santo para que llueva y cómo la han recibido en Valladolid, sin ir más lejos – y obsérvese como Sánchez ha empleado munición de gran calibre en la campaña. ¡Era tan evidente que con pasear a Pablo Casado entre ovejitas y jamones no había bastante! De la misma manera que es de parvulitos cargar contra Vox cuando el PP está condenado a entenderse con los de Abascal aquí, allí y más allá.

Dicen que los dioses ciegan primero a aquellos a quienes quieren perder y así andan los que mandan en el PP, dando palos de ciego, con las prisas – y el miedo – en el cuerpo y rezando a San Fraga para que todo vaya bien. En su falta de estrategia de campaña, al final, han empleado todos los recursos por aquello de que no falte nada. Casado, Feijoo, Ayuso y lo que sea menester. Qué banalidad intelectual. Qué carencia absoluta de visión política.

Dicen que los dioses ciegan primero a aquellos a quienes quieren perder y así andan los que mandan en el PP, dando palos de ciego, con las prisas – y el miedo – en el cuerpo y rezando a San Fraga para que todo vaya bien

Si desde el momento en el que el presidente Mañueco decidió llamar a las urnas alguien con dos dedos de frente y tres o cuatro lecturas se hubiese puesto al mando, lo primero que habría visto es que en España, a día de hoy, TODO es en clave nacional. Las victorias y las derrotas. Me atrevo a añadir que siempre ha sido así, porque quién gana en una autonomía quiere hacer valer el doble su victoria y quién pierde pretende rebajarla. Cuando Ayuso logró de manera ímproba que el milagro se produjese en Madrid, lo que se debiera haber hecho es apartarle la silla para que Lady Madrid se sentase y explicara a las recetas de su éxito. Tampoco hace falta saber latín. Sinceridad, empatía, audacia ideológica, tener claro quién es tu enemigo y gestión. Punto. No hay Sánchez, Yolanda, Iglesias o Aragonés que puedan con esos fielatos.

Ni que decir tiene que la presidenta, cuando fue requerida, no dudó un instante en cooperar en la campaña, volcándose en todo lo que le han pedido. Una política “local”, dicho en el sentido peyorativo, hubiera enviado a hacer puñetas a la dirección nacional. Ayuso, que sabe que si el frente popular dos punto cero gana sería una viga en la que el social comunismo se apuntalaría más, ha corrido presta a cumplir su deber con su partido y con España.

En este momento, en el que los ejércitos totalitarios están concentrándose en las fronteras de la vieja Europa con intenciones más que amenazadoras y sus agentes andan todo el día debilitando nuestra sociedad con matracas de unicornios rosas, el combate ideológico es la primera urgencia de cualquier demócrata. Ojalá ganen los anti comunistas, ojalá la libertad venza, ojalá la banda de Sánchez pierda piel y peso en estos comicios. Dicho todo esto, bien podría recomendársele a la dirección popular los versos que escribió Tirso de Molina para su divertidísimo sainete Los tres maridos burlados:

Hipólita es inocente de tus maliciosos celos

y así te han puesto los cielos este cepo penitente.

Por necio e impertinente en ti su venganza funda

el que te ha dado esta tunda.

Por eso, si sales fuera, escarmienta en la primeray no aguardes la segunda.