IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Una parte del ahorro que no remuneran los bancos se dirige ahora al Tesoro Público

La publicación esta semana de los resultados de las principales entidades bancarias ha desatado todo tipo de reacciones, casi todas ellas estrepitosas. La subida de los tipos de interés ha ensanchado el margen entre lo que cobran a los clientes por los créditos y préstamos concedidos y lo que les pagan por sus depósitos a los ahorradores. Este diferencial es, junto con las comisiones que obtienen por los servicios que prestan, la fuente por la que manan sus ingresos, mientras que las severas reducciones de costes, en especial los cierres de sucursales, los recortes de personal y un profundo proceso de digitalización, han reducido sus gastos ampliando por ambas vías los beneficios.

Una situación radicalmente diferente a los años pasados en los que la política monetaria de extraordinaria laxitud impuesta por el Banco Central Europeo y la existencia de plantillas sobredimensionadas por los movimientos de consolidación realizados por el sector y de salarios elevados debido a su edad media, mermaba los ingresos y presionaba los costes con el efecto lógico de reducir márgenes y beneficios, muy por debajo del coste de capital necesario para realizar su actividad.

Esta situación perjudicaba a la banca y, obviamente, nadie se sintió concernido por sus problemas y todos le recordaban las ayudas recibidas, que en realidad las recibieron quienes ya no estaban en el mercado: la inmensa mayoría de las cajas de ahorro. Incluso los movimientos de absorción por la banca de las cajas arruinadas no fueron considerados como una acción de auto salvamento sectorial, sino como una expansión de la rapiña para aprovechar las ayudas concedidas.

Ahora las críticas son más ácidas. La intervención de varios ministros que adoran intervenir han proporcionado el combustible para el ataque. No le cuento las ‘lindezas’ que me han dedicado mis queridos ‘haters’ -me ha caído la del pulpo-, porque eso no es relevante. Pero entre todas las críticas lanzadas al sector hay una en especial que me parece oportuna y requiere atención. Me refiero a la férrea resistencia de todas las entidades a remunerar los depósitos de los particulares, una vez que los tipos de interés han aumentado sensiblemente. Los bancos llegaron a cobrar por ellos en determinados momentos y en circunstancias particulares cuando los tipos llegaron a ser negativos. En justa correspondencia deberían remunerarlos ahora que son positivos. Sorprende además la unanimidad del sector al respecto, que puede levantar suspicacias de concertación.

Aquí se da una circunstancia sorprendente. El castigo lo soportan los ahorradores, que tras ver penalizados sus ahorros por culpa de la inflación, no pueden obtener los beneficios de las subidas de tipos. Pero, ¿sabe quién es uno de los principales beneficiarios de esta situación? ¡Bingo! El Gobierno. ¿Por qué lo es? Pues porque una parte de ese ahorro que podrían haber captado o mantenido las entidades financieras se dirige ahora hacia el Tesoro, donde particulares y empresas hacen cola para comprar las emisiones públicas con un apetito creciente y ya muy elevado. Y no solo le permite colocarlas con mayor facilidad, sino que resulta un elemento de moderación de los tipos a los que emite. ¿Ve? No hay mal que por bien no venga.

Hay otra cuestión que me sorprende. Se les acusa a los bancos de ser entidades egoístas, insensibles sociales y malas ciudadanas. Unos vulgares piratas según las redes sociales. ¿Sabe usted cuantas bancas de las llamadas éticas (no me gusta el calificativo, pues parece suponer que el resto no lo son, lo cual no es cierto, operan en España? No las conozco todas, pero una simple visita a internet le daría estas: Fiare, Triodos Bank,Coop 57, Oikocrdit, Caixa Pollença, FonRedess, Winkomun… ¿Con cuántas de ellas trabaja usted? Por que me imagino que del BBVA, de Kutxabank o del Santander habrá huido despavorido. Pues mire que curioso, compare los balances de los dos grupos y verá lo que hacen los españoles y los franceses y los ingleses y los mexicanos y los alemanes y los turcos… ¡Alimentar a los piratas! ¿Cómo es posible?

Manuel Vilas, el reciente ganador del Premio Nadal, decía en un entrevista que «con el capitalismo somos muy cínicos. Lo criticamos en público y lo disfrutamos en premiado». ¿Tiene algo que ver con esto? No se, lo que usted diga.