Lo que va de Ortega Lara a Bolinaga

LIBERTAD DIGITAL 03/07/17
EDITORIAL

· Bolinaga representa la claudicación del Estado ante ETA a la mayor gloria de una ‘paz’ indigna.

En el largo historial criminal de la banda terrorista ETA, destaca por su crueldad el secuestro del que fue víctima el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. Durante 532 días, Ortega Lara permaneció recluido en un zulo en condiciones inhumanas, hasta que la Guardia Civil lo rescató el 1 de julio de 1997, fecha de la que se acaban de cumplir veinte años.

Las alimañas que tuvieron cautivo a Ortega Lara estaban dispuestas a dejarlo morir de hambre, según confesaron tras su detención, y sólo la tenacidad de los guardias civiles que intervinieron en el operativo de rescate evitó ese terrorífico desenlace, pues en un primer momento se negaron a revelar la existencia del zulo, verdadera tumba a la que se accedía mediante una nada evidente manipulación de un dispositivo mecánico.

Entre los torturadores de Ortega Lara se contaba Josu Uribetxeberria Bolinaga, condenado a 178 años de cárcel por el asesinato de tres guardias civiles y por el secuestro del propio funcionario de prisiones. El execrable asesino fue excarcelado a finales de 2013 por decisión del Gobierno de Mariano Rajoy, que adujo para ello que Bolinaga un enfermo de cáncer al que le quedaba muy poco tiempo de vida.

Para escarnio de sus víctimas y de buena parte de la sociedad, Bolinaga sobrevivió dos años, durante los cuales no se privó de sus buenas rondas de chiquiteo y en los que fue tratado como un auténtico héroe por parte de lo peor de la sociedad vasca, la que apoyaba, justificaba y alimentada el monstruo del terrorismo.

No fue una excepción. Al socaire del proceso de negociación con ETA iniciado por Zapatero, el Gobierno del Partido Popular ha ido dando puntualmente todos los pasos necesarios para blanquear a los terroristas y hacerlos partícipes de la vida institucional. La presencia de Bildu en las instituciones democráticas no es una anomalía sino la consecuencia lógica de los tejemanejes de socialistas y populares con el nacionalismo terrorista vasco.

Si el caso de Ortega Lara representó la firmeza de un Gobierno, el de José María Aznar, comprometido con la derrota del terrorismo y su proscripción política, económica y social, el de Bolinaga es paradigmático de lo contrario, de la cesión ominosa ante unos criminales que, lejos de sentirse derrotados, ven cómo sus políticos predilectos tienen mando en plaza en numerosos lugares del País Vasco e incluso pueden llegar a capturar la Moncloa, de la mano nada menos que del aún denominado Partido Socialista Obrero Español.