Luis Ventoso-ABC

  • Un país con 11,2 millones con nómina privada y 17 millones cobrando del Estado es inviable

Este pequeño escrito tendrá baja aceptación. Porque aspira a contar verdades incómodas, de esas que a los españoles no nos agrada escuchar. Ya sé que la economía es «un muermazo», que lo importante son las cañitas, el atracón de series y el tomateo paranormal de Jorge Javier. Ya sé que lo políticamente correcto y socialmente aceptable, lo progresista, es proclamar que «esta vez nadie quedará atrás», que contaremos con un «escudo social» para todas y todos, y que el cuerno de la abundancia regará España, «porque no podemos permitir que se repita el austericidio». Además, si nos arruinamos montando un Estado asistencial que no podemos sostener -generando de paso un electorado cautivo de la ayuda pública de Pedro y Pablo-

tampoco pasará nada, «porque los países ricos del norte de Europa tienen el deber moral de ayudar a los del sur». Es decir, que los pánfilos de los alemanes y los holandeses están obligados hacerse cargo a interés cero de nuestros destrozos.

Si el progresismo consiste en que te regalen dinero, yo me anoto, y de primero. Solo hay problemilla: lisa y llanamente, en España hemos montado un tinglado -y también con el PP- que no aguanta:

La primera verdad incómoda es que antes de esta crisis, súbita y atroz, ya vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Éramos como una familia que dilapida mucho más de lo que ingresa y emprende una huida sostenida a crédito. En 2019, primer año completo de la providencial Era Sánchez, las administraciones españolas se gastaron 32.882 millones más de lo que recaudaron. El peor ejercicio desde la agonía de 2012.

La segunda verdad incómoda es que vamos camino de ser un país donde la primera empresa es el Estado. Ahora bien, ¿de dónde vendrán sus ingresos si ese Estado es más grande que la economía privada que debe nutrirlo? En España hay 11,2 millones de personas con nómina en una empresa privada. Sostenidos por los fondos públicos, tenemos 8,8 millones de pensionistas y 1,8 millones de parados (10,6 millones). Pero además hay 2,6 millones de funcionarios y el Estado está aportando ayudas a 1,1 millones de autónomos y 3,4 millones de afectados por ERTE. Traducción: ruina.

La tercera verdad incómoda es que cuando Podemos y el PSOE proclaman que hay que «incrementar la justicia social con nuevas figuras fiscales» se están olvidando de que de facto ya somos un país socialdemócrata. Podemos vuelve con su mantra del «impuesto para las grandes fortunas», como si quienes ganan mucho no pagasen impuestos. Contemos la verdad: un madrileño que gane 300.000 euros pagará 119.000 de IRPF, el 40% de lo que percibe (y eso en una comunidad de fiscalidad baja). El «capitalismo salvaje» consiste en que Hacienda se lleva casi la mitad. Un español que cobre 80.000 euros entregará al fisco 23.000, amén de impuestos indirectos.

Última verdad incómoda: lo que viene detrás, todavía peor. Con la coalición progresista para todas y todos, en enero nos convertimos en líderes de la UE en paro juvenil, con un 32,7%, adelantando a Grecia. Ole.

Conclusión: despertemos.