JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • Es Sánchez o Tamames, Tamames o Sánchez. Sin importar para qué vaya a usar B su presidencia en el caso de que triunfara la censura del Gobierno

Parafraseando a Sandro Giacobbe, lo siento mucho, la Constitución es así, no la he inventado yo. Lo siento de verdad, pues en contra de lo que pueda creer quien nunca se ha visto en esta, sostener una obviedad contra todos no resulta nada cómodo. Iba a decir que preferiría no hacerlo, como el personaje de Melville, pero mentiría, pues alguien tiene que formular la verdad para que esta, después, pueda defenderse sola. La ley y la lógica no dejan lugar a dudas. Uno puede desear que las cosas no se plantearan en términos de A o B, pero el constituyente quiso que así fuera. Siendo A el presidente censurado y B el candidato alternativo al que obliga la regulación de la moción (artículo 113.2 de la Constitución), la disyuntiva A o B está ahí, y eso no es periodismo. No maten al mensajero.

No entro en la conveniencia de usar el recurso. Para mí existe y para la mayoría de los analistas contrarios al sanchismo no. Resulta indiferente. No entro en los disparates que pueda haber sostenido el candidato sobre Cataluña, y mira que la cosa me toca de cerca. No entro en su edad. No entro en juicios de intenciones: si la moción se presenta en realidad contra C, por ejemplo. No entro ni siquiera en un debate que casi no existe por la asimetría de las posiciones en la opinión publicada. Por eso recurro al esquemático A, B y C desde la libertad del ABC.

Constitución. Sin más. Una vez la moción ha sido presentada, como es el caso, se acabará votando por encima de cualquier otra consideración. Si una mayoría absoluta vota a favor de la moción, el candidato que preceptivamente se incluye (B) queda investido presidente (artículo 114.2 de la Constitución). Si no se alcanza esa mayoría absoluta, A sigue siendo presidente.

Ergo con la segura e ineludible votación en el horizonte, los resultados jurídicopolíticos posibles son solo dos: que A siga o que B lo sustituya. Por lo tanto, es Sánchez o Tamames, Tamames o Sánchez. Sin importar para qué vaya a usar B su presidencia en el caso de que triunfara la censura del Gobierno de A (es decir, la exigencia a su gabinete de responsabilidad política). Sin importar si se pone a gobernar o disuelve las Cortes y convoca elecciones. Nada de eso afecta a la existencia de una disyuntiva forzosa, legal, lógica y diáfana: A o B.

Para la ley no existen consideraciones como las probabilidades de éxito de la moción, ni que C retrate a sus impulsores como organizadores de un show o de un circo. Ni las afinidades ni las aversiones. Sigue terca la ley dejando la situación como es: dos poderes del Estado seguirán un procedimiento que acaba en A o en B.

Y cuando C se abstenga, después de haber llamado a rebato a todo dios, que ya tiene mérito, estará haciendo algo a lo que tiene pleno derecho, no responder a esta cuestión ante la que le coloca un número de diputados suficiente, también con toda legitimidad y legalidad: ¿A o B?