Londres rechaza compartir la libra con una Escocia independiente

ABC 27/11/13

· Exige a Alex Salmond un «plan B» ante su propuesta de crear una «unión esterlina» que incluiría el paraguas financiero del Banco de Inglaterra.

· Subida de impuestos La independencia incrementaría la presión fiscal sobre cada escocés en 1.200 euros.

El presidente escocés, Alex Salmond, expuso ayer negro sobre blanco su visión para una Escocia independiente, un país que mantendría la libra esterlina como moneda, el Banco de Inglaterra como refugio, la Reina de Inglaterra como soberana, la UE y la OTAN como familia ampliada, y la BBC como fuente de entretenimiento. De los elementos estructurales del proyecto nacionalista, es poco probable que Isabel II –que es también Reina de Jamaica, por ejemplo– proteste, y los escoceses aceptarán un ente televisivo nuevo siempre que siga ofreciendo los programas estrella de la BBC. Pero el resto de pilares, especialmente el monetario, son cuestionados duramente por Londres.

El Partido Nacionalista Escocés, que goza de una histórica mayoría absoluta desde 2011, presentó ayer en Glasgow un voluminoso Libro Blanco en el que detalla el proceso y reparto de bienes que llevaría de una hipotética victoria del «sí» en el referéndum del próximo 18 de septiembre para la proclamación de independencia el 24 de marzo de 2016. Una fecha elegida, curiosamente, por sus fuertes resonancias unionistas. El 24 de marzo de 1603 se produjo la «unión de las coronas» en Jacobo VI de Escocia, que se convirtió además en Jacobo I de Inglaterra. Y el 24 de marzo de 1707 se firmó el Acta de Unidad que fusionó los parlamentos escocés e inglés para dar carta de naturaleza al Reino Unido de la Gran Bretaña.

«Se trata de la guía más completa para la independencia jamás publicada, no solo en Escocia sino en cualquier nación que aspira a la independencia», defendió el líder del Gobierno escocés. «Este documento», dijo triunfal, «deja fuera de toda duda que una Escocia independiente arrancaría en una posición de fortaleza». Una viabilidad económica que requiere, según el propio planteamiento del nacionalismo, del escudo protector del Banco de Inglaterra y del mantenimiento de la libra esterlina como moneda. Pero Londres le ha exigido ya un «plan B» a esa propuesta.

«Si Escocia se va del Reino Unido, se va de la libra», había advertido el ministro de Cameron para Escocia, Alistair Carmichael, en las horas anteriores al lanzamiento del Libro Blanco. Para reforzar el mensaje, un portavoz del primer ministro, David Cameron, confirmó a la BBC que su rechazo a la «unión esterlina» no es un farol. «No han dado respuesta a las grandes cuestiones sobre la moneda, la sostenibilidad fiscal y Europa», advirtió. Alistair Darling, portavoz de la campaña de los tres partidos unionistas (conservadores, laboristas y liberales) contra la independencia, calificó el Libro Blanco de «obra de ficción, lleno de falsas promesas y afirmaciones vacías».

«Activos comunes»

Salmond, asediado por las preguntas sobre el flanco más débil de su proyecto, apeló al «sentido común» y reivindicó que tanto la libra como el Banco de Inglaterra forman parte de los «activos comunes» que tocaría repartir. El Libro Blanco recuerda que el Reino Unido es el primer socio comercial de Escocia, y Escocia el segundo mayor proveedor comercial del Reino Unido.

Salmond explicó ayer, además, que los niveles de productividad son idénticos, lo que ahorraría las tensiones estructurales que sacuden la zona euro. Pero Carmichael, «fichado» por Cameron hace solo seis semanas para elevar el tono de la confrontación de cara al referéndum, le advierte de que «las uniones monetarias crean muchos problemas». Un comentario editorial el lunes de la agencia Bloomberg, una de las grandes fuentes de información financiera, rechazaba también la unión esterlina.

Los dos bandos se han quitado ya las máscaras y recurren sin pudor a argumentos del miedo. «Si votamos no, Escocia se queda estancada», advierte el Libro Blanco. «Y se pierde una oportunidad única para esta generación de elegir una dirección nueva y mejor para nuestra nación» aseguran sus autores. Los simpatizantes del Partido Nacionalista Escocés hablan del «proyecto del miedo». Y ayer, este sacó sus garras. Según los cálculos del departamento del Tesoro la independencia incrementaría en 1.200 euros la factura tributaria anual de los contribuyentes escoceses, que deberían sufragar así un desfase fiscal estimado en 3.500 millones de aquí a 2020. El Gobierno escocés rechaza estas cifras, al igual que Londres (y Bruselas) rechazan su tesis de «continuar» en la UE sin negociar un tratado de adhesión.

Promesas electoralistas

Para apaciguar la incertidumbre económica, el Gobierno nacionalista ha introducido en el Libro Blanco medidas de fuerte contenido social, más electorales que constitucionales. El caramelo son los subsidios por maternidad e hijos, con la promesa de sufragar hasta 30 horas semanales de cuidados a los niños de tres y cuatro años. Además, Salmond promete revisar el retraso de la jubilación a los 67 años, restituir las ayudas a la vivienda suprimidas por el Gobierno de Cameron, reducir en un 5% la factura de la luz, renacionalizar Correos y sacar de Escocia antes de 2020 los submarinos nucleares Trident.

Frente al 7% actual, Salmond quiere controlar el 100% de los ingresos tributarios «para hacer de Escocia un país más justo y próspero». El proceso autonómico prevé elevarlo al 15%, y el Libro Blanco menciona el ejemplo del concierto económico del País Vasco y de Navarra. Pero descarta que Londres fuera a avalar una descentralización fiscal tan amplia. Así, la batalla por Escocia, atascada en las trincheras monetarias, se centrará en los próximos diez meses en la bolsa de indecisos del 15-20% que detectan las encuestas, que asignan ahora un 47% de rechazo a la secesión por un 38% de apoyo a la independencia.

ABC 27/11/13