Cristian Campos-El Español
1.¿Lista más votada o geometría variable?
El PP ha oscilado entre la defensa de un acuerdo con el PSOE para que gobierne la lista más votada y la idea de los pactos de ‘geometría variable’. Y el problema no es menor, porque ambas propuestas transmiten ideas contradictorias sobre cómo concibe el PP el escenario político español.
Cuando el PP defiende la tesis de la lista más votada transmite la idea de que las fuerzas extremistas como Vox o Podemos/Sumar son indeseables, lo que obliga los dos grandes partidos del escenario político español a facilitar la investidura del otro para evitar el chantaje de los radicales.
La petición de que se deje gobernar a la lista más votada está en el núcleo del bipartidismo.
La tesis de la geometría variable, sin embargo, transmite la idea de que no hay nada indeseable en ninguna fuerza política y que, por lo tanto, y en función de los resultados en las urnas, el PP puede aliarse con unos u otros allí donde lo necesite. Es la tesis defendida por Pedro Sánchez, cuyo objetivo es sustituir el bipartidismo por el ‘bibloquismo’: la política de bloques antagónicos sin trasvase posible entre ellos.
Así que, ¿es Vox para el PP un partido indeseable, como defendía María Guardiola hasta hace sólo unas horas, o una formación política como cualquier otra, como defiende Carlos Mazón?
2. La incoherente coherencia de María Guardiola en Extremadura
De acuerdo con la propuesta de la lista más votada, el PP debería facilitar la investidura de Vara en Extremadura. De acuerdo con la tesis de la geometría variable, María Guardiola debería haber aceptado que su única opción para gobernar pasaba por Vox.
Pero la enmienda a la totalidad de Guardiola a Vox ha bloqueado (de momento) cualquier posibilidad de acuerdo con los de Abascal. Si Guardiola pretendía llevar su coherencia ideológica hasta las últimas consecuencias, sólo tenía tres opciones. Convencer a Vox de que permitiera su investidura a cambio de alguna (o ninguna) mínima concesión, permitir que gobernara Vara o llevar a los extremeños a unas segundas elecciones.
3. El tancredismo de Feijóo
Alberto Núñez Feijóo cree que el mayor error de Pablo Casado fue intentar imponerse al partido sin haber ganado antes unas elecciones generales. Pero la estrategia, que podía sonar correcta en enero, está generando el caos a sólo cuatro semanas de unas elecciones cuya precampaña electoral coincide con la negociaciones en varias autonomías con Vox.
A sólo 25 días de las elecciones, el PP sigue sin tener un ‘protocolo Vox’ que guíe al partido en sus pactos con el partido de extrema derecha. El tancredismo de Feijóo y su voluntad de no-interferencia está desorientando a unos barones que no saben cuál es el límite de sus negociaciones con Vox.
En términos electorales, la estrategia de no-estrategia de Feijóo está generando todas las desventajas de un pacto estable con Vox (y entre ellas las críticas de la izquierda por su «alianza» con la ultraderecha) sin ninguna de las ventajas (la formación de gobiernos populares en Aragón, Baleares, Murcia y Extremadura).
4. ¿Por qué Feijóo no quiere hacer público su sueldo?
Es probable que el presidente del Senado haya abusado de su cargo al exigir que Feijóo actualice el informe sobre sus ingresos a 25 días de las elecciones y con una clara intención electoralista. Pero negarse a hacer público el sueldo que cobra como presidente del PP sólo alimenta las sospechas sobre ese salario. Ni los ingresos más disparatados imaginables generarán una décima parte de las críticas que generará la sensación de que el presidente popular oculta su sueldo por razones inconfesables.
6. Feijóo no ha aprendido nada de Pedro Sánchez
Es probable que Pedro Sánchez tuviera perdidas las elecciones del pasado 28 de mayo antes incluso de comenzar la campaña. Pero las pocas posibilidades que le quedaran de remontar el resultado quedaron laminadas cuando se empeñó en responder con propuestas, casi siempre en forma de ayudas sociales, a los escándalos generados por la inclusión de terroristas de ETA en las listas de EH Bildu y la compra de votos en algunas localidades españolas. Lisa y llanamente, los españoles no estaban en eso.
Es loable el esfuerzo de Feijóo por plantear una campaña basada en propuestas y en la imagen de ‘gestor tranquilo’ del PP. Pero cuando la campaña ha derivado ya, en buena parte por errores propios, hacia temas como los debates electorales, los ingresos del Feijóo o los pactos con Vox, resulta suicida intentar esquivarlos como si fueran a desaparecer de las portadas de los diarios por el hecho de negarse a contestar sobre ellos.
7. ¿Pero dónde está el PP?
Frente a la sobreexposición mediática de Pedro Sánchez, el PP ha decidido ocultar al núcleo duro de Feijóo, aquel que debería estar dando la cara en los medios para desactivar las trampas que el PSOE disemina ahora sin contestación.
¿Dónde están por tanto Elías Bendodo, Cuca Gamarra, Borja Sémper y el propio Feijóo y por qué la respuesta por defecto del PP a todos los escándalos mediáticos alentados por el PSOE, sean reales o tormentas en un vaso de agua, es la huida? ¿De qué tiene miedo el PP y cuál es ese ‘peor escenario’ que tanto le atemoriza?
8. Los debates
Aceptando un debate cara a cara con Pedro Sánchez, Feijóo ha desactivado al menos uno de los tres principales riesgos que acechan en su camino hacia la Moncloa. Los otros dos siguen siendo sus pactos con Vox y la declaración del salario que recibe del PP. Si el objetivo era que la Moncloa cayera en manos del presidente del PP por decantación, la realidad está demostrando en cambio que hay debates de los que no conviene huir.
Lo último que necesita ahora mismo Feijóo es transmitir la idea de que su actitud como presidente será la misma que la de un Mariano Rajoy que dejaba pudrirse todos los problemas en el cajón de su escritorio hasta que la acumulación de gases hacía que estos estallaran.
9. ¿Y cuál es el proyecto del PP para España?
El PP acierta cuando dice que la fuerza política con más capacidad de movilización hoy en España es el antisanchismo. Pero un partido que aspira a gobernar España debería aportar algo más que la promesa de «derogar el antisanchismo» y alguna que otra propuesta en materias sanitarias o fiscales que no son ahora mismo el eje de la campaña.
En primer lugar, porque ¿hasta dónde llegará y con qué intensidad esa derogación del sanchismo?
Y en segundo lugar, porque un proyecto político ilusionante no se basa en promesas de rebaja del IRPF o en ayudas a la conciliación, sino en un proyecto de país reconocible y que vaya más allá de la gestión de las ayudas sociales. ¿O es que el PP cree, como creen Errejón y Yolanda Díaz, que un país son sus hospitales, sus ayudas sociales y poco, muy poco más?