- Los numerosísimos avistamientos de OVNIS en las últimas semanas así lo indican: los extraterrestres están aquí.
¿Sabe usted que se obtiene al multiplicar la base de la pirámide de Keops por el número de moais de la Isla de Pascua, dividiendo el resultado por los discos vendidos de La Ramona y después por las mochilas que ha perdido Pocholo a lo largo de su azarosa vida? Yo no, pero hay que gente que sí, gente que predice el porvenir mirando la hoja de laurel del estofado o sabe cuanto vas a pagar de consumo real de luz y cuanto de impuestos leyendo la factura. No existe refutación posible ante estos nigromantes: el advenimiento de la Nueva Era ya está aquí. Los extraterrestres conviven entre nosotros desde hace siglos y ahora han decidido darse a conocer. Inquietante, Carmen, que diría Iker Jiménez.
Dentro de nada aterrizarán miles de millones de ovnis en nuestras ciudades, no sabemos si desde Raticulín, y ay de aquellas que tengan zonas centrales, porque no habrá ni Dios que solucione los atascos. La raza que nos indican los partidarios de la teología de los antiguos cosmonautas – sí, yo también veo el programa ese de aliens con el tío del pelo escarolao que encuentra indicios de vida extraterrestre hasta en las tortas de Inés Rosales – nos hizo pasar de ser monos con pretensiones a Homo Sapiens va a decir “Aquí está el tío”.
Es de gran urgencia y necesidad. Llevo años deseando encontrar vida inteligente más allá de las estrellas, habida cuenta de que en la Tierra es imposible. Y si nos metemos en política, y en política española, para qué les voy a contar. Porque aquí no tendremos marcianos pero marcianadas hay a cascoporro. Por lo tanto, puestos a elegir, hombre, al menos que las hagan los marcianos de los de toda la vida, esos que son bajitos, verdes, con nariz de trompetilla, cuerpecillo escombro, barriguita de Famosa y pistolilla desintegradora marca ACME.
Llevo años deseando encontrar vida inteligente más allá de las estrellas, habida cuenta de que en la Tierra es imposible. Y si nos metemos en política, y en política española, para qué les voy a contar»
Ya no pido que nos sojuzgue el Cruel Ming de Mongo, el Gran Mekong de los Wiganes, el Emperador Palpatine, los Romulanos o la primera ameba mucosa que se presente. Seamos humildes. No merecemos ser conquistados por los marcianos de aquel Barsoom de Edgar Rice Burroughs o por los malvados trípodes que conjuró H.G. Wells en su Guerra de los Mundos. Me conformo con un alien al uso, ni tan feo como los que pintaba el suizo Giger ni tan sabio y lógico como Míster Spock. Con que sea inteligente ya me doy con un canto en los dientes. Además, al llegar los legítimos detentadores de la condición de extraterrestres, nuestros gobernantes se verán postergados de sus cargos por muy reptiliano que nos parezca Sánchez y su federación intergaláctica, algunos con serpiente enroscada en el hacha.
Vengan ya, señores del espacio exterior, vengan y pongan orden en un planeta que los humanos llevamos a retortero. Además, como en las televisiones, verbigracia la Española, ahora todo es tirar de archivo y hacer programas que duran solo una entrega y tienen menos audiencia que el Teletexto, según aseguró en un rapto de sinceridad la perpetradora de uno de ellos, la llegada de seres de otros sistemas solares darían para mucho sin necesidad de recurrir a las Oteros de turno. Imagínense un “Españoles por las galaxias” o “Al verde vivo” o “Sálvame edición Alfa Centauri”. Con la ventaja adicional que supondría enviar a algunos que yo me sé allí donde atacan naves en llamas más allá de Orión y donde brillan los Rayos-C en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Pienso también en Pedrete y lo imagino perdiéndose en el tiempo como lágrimas en l luvia y con él su tropa marciana y más mala que los marcianos de Mars Attack. Si, los españolitos hemos visto con este gobierno cosas que jamás creería un alienígena. Así pues, por todos los dioses del panteón galáctico, vengan de una puñetera vez que esto no hay quien lo aguante. O abdúzcanme. O lo que sea. Todo, menos seguir aguantando a estos marcianos tan dañinos a la especie humana.