ALBERTO GARCÍA REYES-ABC

  • La lista lo dice todo: Otegi, Junqueras, Mohamed VI, Rufián, Podemos… y ahora Gustavo Petro

La oferta de Sánchez al nuevo presidente colombiano es la traca final de las amistades peligrosas del presidente. La memoria a veces difumina o aleja algunas evidencias dolorosas que nunca está de más refrescar. Empezamos por Otegi. El líder de Bildu, muleta del presidente en las Cortes para los Presupuestos, el decreto energético o la Ley de Memoria Democrática, secuestró al ingeniero Luis Abaitua, fue acusado por una antigua compañera de la banda del secuestro de Javier Rupérez y condenado por enaltecimiento del terrorismo tras homenajear a Argala. El ínclito socio de Pedro ha declarado públicamente que no va a dejar caer a este Gobierno porque es muy bueno para sus intereses, que está muy contento con la actual política penitenciaria y que si para sacar a los 200 presos de ETA «hay que votar los Presupuestos, pues votamos».

Mohamed VI, que no es precisamente ejemplo de libertades y que abre la frontera de Ceuta y Melilla a capricho cuando necesita presionar a España, acaba de elogiar a nuestro presidente por su giro político en el Sahara.

Oriol Junqueras, condenado por sedición y malversación en el golpe independentista del 1 de octubre de 2017, apoya al Gobierno a cambio de una mesa de diálogo cuyo nombre oficial no necesita mayor comentario: mesa bilateral de diálogo, negociación y acuerdo para la resolución del conflicto político. Bilateral y conflicto. En dos palabras puede caber toda la dignidad de España.

La lista es mucho más amplia. Va de Rufián y Borrás, amiga de los que boicotearon el homenaje a las víctimas del atentado de Las Ramblas, a Mertxe Aizpurua y Podemos, partido con el que no podría dormir y con el que ha acabado abrazándose en el colchón de La Moncloa. Pero por aquello de surfear siempre la ola de la actualidad, vamos a centrarnos en su propuesta al populista Gustavo Petro sólo unos días después del espectáculo que el nuevo presidente colombiano montó con la espada de Bolívar y el posterior numerito podemita contra el Rey. Sánchez le ha ofrecido España como espacio neutral de negociación entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional, una banda terrorista marxista-leninista responsable de más de siete mil secuestros, varias masacres, decenas de atentados y execrables crímenes de guerra, además de una amplia vinculación con el narcotráfico. Debe ser que a Sánchez le pone esto de negociar con bandas terroristas en lugar de perseguirlas a través de las fuerzas de seguridad y aplicarles la ley. Y en su encuentro con Petro, ante quien evitó una mala palabra sobre su colega Maduro en Venezuela, se ha sentido suelto de manos para desarrollar ese ímpetu que lleva dentro y que en España le tiene reprimido porque sólo puede liberarlo poco a poco y sibilinamente. La mera pretensión de ofrecerse como árbitro entre un gobierno y una organización criminal ya lo dice todo por mucho que el problema colombiano tenga sus propios matices.

Dime con quién andas y te diré quién eres.