Tonia Etxarri-El Correo

El dirigente socialista vasco, Eneko Andueza, desvió el foco de la ronda del lehendakari con todos los partidos –menos Vox– para explorar acuerdos ante la guerra arancelaria de Trump. Y lo hizo para sacar pecho y transmitir que el socio del PNV en Ajuria Enea es capaz de leer la cartilla a Pradales cuando se trata de fijar posiciones sobre la conexión de la red de alta velocidad entre la comunidad autónoma vasca y la navarra. Lehendakari: no actúe como un burukide guipuzcoano y sea más prudente en sus pronunciamientos, vino a decirle Andueza, tan contento de transmitir que le había «tirado de las orejas» (la expresión es suya) al presidente del Gobierno vasco. Con esa alta velocidad de la que nos hablaron hace más de treinta años y que no acaba de implantarse. Ya les vale.

Pero ésa no era la cuestión de la ronda de Pradales, que ayer quiso dar a conocer su plan de choque para hacer frente a la incertidumbre económica en la que nos ha sumido Mister Trump con su guerra arancelaria y su rivalidad sistémica con China de la que Europa saldrá directamente perjudicada. Su escudo de 2.150 millones de euros (incluidos los mil dedicados al impulso de la Alianza Financiera Vasca) no ha topado con mayores reparos por parte de la oposición, con la excepción de Sumar. Porque ni el PP ni Bildu pusieron objeciones al planteamiento general. Otra cosa será ver cómo se concretan las ayudas prometidas. A los de Otegi les ocupa buscar mercados alternativos a EE UU en esa red que ellos tienen tejida con alianzas de izquierda populista en Latinoamérica. Y en Asia, claro está, donde coinciden, en algunos casos, con el expresidente socialista Rodríguez Zapatero.

Pocas pegas las de Javier de Andrés, que bajó el pistón de sus últimos enfrentamientos parlamentarios con Pradales. Las medidas del lehendakari le parecen «adecuadas» y su partido está dispuesto a dar apoyo. Será, seguramente, un apoyo crítico porque el PP quiere que el lehendakari no aproveche las circunstancias de la guerra arancelaria para echar todas las culpas del declive económico vasco a Trump. Esa actitud sí que obedecería a una actitud tan ‘aprovechategi’ como la que demostró ayer el socialista Andueza.

Pradales, con unas relaciones manifiestamente tensas con Confebask –que ha criticado duramente el pacto fiscal con Podemos–, debería asumir que el declive económico y la deslocalización de la actividad industrial empezó hace tiempo. Que en un año ha perdido 600 empresas más de las que creó en los últimos 25 años. Y que, por lo tanto, el escudo de las ayudas (a la espera de que Pedro Sánchez aporte 500 millones) no debería ser de ‘tarifa plana’ sino que vayan destinadas a los más perjudicados. En estas circunstancias decir, como ha hecho el lehendakari, que Euskadi está en condiciones de liderar la recuperación tecnológica e industrial de Europa, más que una ilusión, induce al engaño.

No parece serio querer aprovecharse de la guerra arancelaria, que perjudicará también a la comunidad vasca con su 11% de exportaciones, desde luego. Pero los problemas económicos en Euskadi empezaron antes de Trump.