ABC 04/04/17
EDURNE URIARTE
· En Francia, a Dieudonné le han caído al menos 9 condenas judiciales por «contar chistes»
UNA despistada directiva de Amnistía Internacional, Anna Neistat, acaba de afirmar que «La retórica del odio y de la xenofobia no funciona en España». Ella quiere decir que no hay extrema derecha relevante en España, y tiene razón en eso, pero se le olvida la retórica del odio de la extrema izquierda que sí funciona en España, es decir, el lapsus habitual, a pesar de que hay que ponerse orejeras cada vez más grandes para no verla. Lo mismo les pasa a sus fuentes, la élite española de izquierdas que tampoco ve retórica del odio en España porque a lo de la repugnante y violenta tuitera Cassandra lo llaman «humor», como antes lo llamaron a lo de Zapata y a lo de todos los que se han partido de risa con los asesinatos de ETA.
Incluso hay un juez de Jueces para la Democracia, un tal Joaquim Bosch, poco viajado y poco leído, que ha salido en defensa de la violenta con el argumento de que «España es el único país europeo en el que se castiga con prisión contar chistes». Los de Jueces para la Democracia podrían enviarle a hacer un cursillo a Francia y otro a Bélgica para que Bosch pueda conocer al menos dos países donde te envían a la cárcel «por contar chistes», que diría el juez o dirían los dirigentes e intelectuales de nuestra izquierda. En Francia, a Dieudonné le han caído al menos 9 condenas judiciales por «contar chistes». Una de ellas fue de 50.000 euros, y por parodiar una canción, libertad de expresión lo llamaría Pablo Iglesias. El Gobierno socialista francés incluso le prohibió un espectáculo con el aval del Consejo de Estado y no me consta que interviniera Amnistía Internacional por «ataque a la libertad de expresión». Y cuando el «chiste» fue sobre un terrorista yihadista, en Francia lo condenaron a prisión. En Bélgica también lo han condenado a prisión este año, en este caso por otro tipo de «chistes», los antisemitas, que allí no llaman chistes como Bosch y nuestra izquierda sino «incitación al odio».
Y no es que Francia y Bélgica constituyan mis grandes esperanzas para la defensa de las víctimas de determinados terrorismos, el etarra, por ejemplo, o cualquier otro terrorismo de extrema izquierda. Soy consciente de que los «chistes» de Dieudonné han sido condenados por antisemitismo lo que me parece perfectamente adecuado y también producto de la fortaleza de una comunidad judía con gran presencia en la élite intelectual. Y de la enorme sensibilidad social hacia el terrorismo yihadista. Habría que ver lo que ocurriría en Francia y en Bélgica con los «chistes» sobre ETA.
Pero Francia y Bélgica y los «chistes» de Dieudonné son un buen ejemplo para entender que todas las sociedades democráticas persiguen el enaltecimiento del crimen y la humillación de las víctimas, también con prisión. Y para entender que la lamentable defensa de la violenta tuitera en España no es producto del amor por la libertad de expresión sino de la manga ancha que hay con ese tipo de odio, el odio de la extrema izquierda. Imaginemos que la tal Cassandra se dedicara a hacer «chistes» sobre la matanza de Atocha, o sobre los crímenes del GAL, por ejemplo. Y que pidiera, además la muerte de algún dirigente del PSOE o de Podemos, en lugar del PP. Y que, antes de Cassandra, hubiera todo un historial de «chistes» semejantes de Zapata y compañía. Después, intentemos imaginar a Podemos, a la élite intelectual de izquierdas y al juez Bosch clamando por la libertad de expresión y en defensa de los «chistes» de Cassandra. No lo ven y yo tampoco. Más bien exigirían un endurecimiento de la condena al Supremo.