José Antonio Zarzalejos-El Confidencial

  • El libro no es un ajuste de cuentas con Pablo Iglesias, pero sí un relato inclemente escrito con la ternura del político que ha dejado atrás a sus verdugos. Errejón es magnánimo en la victoria

“Hay como un personaje Errejón que es una máquina sin sentimientos, pero además hay dolores de tripa, ansiedad, ganas de escapar cada dos por tres, incapacidad para aceptar órdenes cuando no me creo los motivos, nervios, ganas de hacer muchas cosas y exprimir mucho todo, como un niño pequeño, como si se fuera a agotar la vida. En fin, ganas de correr en todas direcciones. Algo muy funcional en el momento en que estábamos y muy criminal después”. 

Este retrato es el que Íñigo Errejón hace de sí mismo (página 123) en el libro que presentó ayer, titulado ‘Con todo. De los años veloces al futuro’ (editorial Planeta). Es una descripción personalísima en la que el autor se presenta como un tipo con tendencia a somatizar las tensiones que le provocan —tema recurrente en el relato— dolores de “tripa” (sic) y otras sensaciones desagradables que sin embargo logra controlar. En el discurrir de su texto, Errejón se muestra a menudo como frágil, débil, ingenuo y hasta escapista, pero en realidad es tan duro, tan resistente y, a la postre, más diamantino que Iglesias. En definitiva, es un libro en el que Errejón viene a decir: eso me pasó, me dolió mucho la tripa y la garganta, pasé muchos agobios, pero estos son mis poderes. 

Errejón, por años y experiencias vitales, no ha intentado escribir una biografía. Es evidente que aún no la tiene porque nació en 1983 

Errejón, por años y experiencias vitales, no ha intentado escribir una biografía. Es evidente que aún no la tiene porque nació en 1983. Pero era necesario que aclarase episodios que describiesen el entramado ideológico que bulle en su mente y cómo se produjo su ruptura con Pablo Iglesias y, a día de hoy, el fracaso de Podemos. El líder de Más Madrid y de Más País —unos meses después de su explosivo resultado en las elecciones madrileñas del 4-M, en las que superó al PSOE y perdió de vista, dejándolo atrás, a Pablo Iglesias— cubre, en parte, esas dos expectativas advirtiendo de que “hay gente que había pensado que esto iba como venganza contra Pablo o algo parecido, pero no había nada de eso. No era una competición. En la derrota de la hipótesis Podemos vamos todos, va la derrota de no haberlo hecho mejor. No importa que al día siguiente sepas que se abren cosas nuevas, que es posible cambiarlo todo” (página 370).

Es cierto que Errejón no perpetra un ajuste de cuentas. El vencedor en una disputa disfruta la venganza con su victoria. Y así, el relato de este político arranca de los tiempos del jovencito libertario al político que hoy encabeza la ‘ola verde’. Entre aquel chaval de Pozuelo de Alarcón —cuando no era una ciudad ‘pija’, sino meramente suburbial— y el dirigente que se sienta en el Congreso y que es el aglutinante fundacional de Más Madrid y Más País, media una historia apasionante, indisociable del trayecto errático de Podemos y de la suerte política de su máximo líder, Pablo Iglesias. 

Tal y como lo cuenta Errejón —y es comprobable—, los hechos le iban dando la razón. Desde su inicial vinculación con Iglesias, luego el deterioro irreversible de esa relación, hasta los enormes errores estratégicos cometidos por la organización morada. El autor narra cómo, a través de un ‘crescendo’ de discrepancias con la táctica y la estrategia de Iglesias y de “su corte” (sic), escapa del fracaso. “Bueno, chavales. Os tengo que contar una cosa. Voy a lanzar una plataforma que se llama Más Madrid. La lanzamos conjunta. Invitamos a todas las fuerzas progresistas. Ojalá que quieran, pero, si no quieren, vamos a competir” (página 274). Así de sencillo comunicó su definitivo desenganche de Podemos.

Errejón contribuyó, y lo explica, al “caudillaje” (sic) de Iglesias, observó con desagrado su “corte” (sic), lamentó no haberle ayudado en la soledad que intuía inquietaba al líder, a él no le tiraban los afectos comunistas (IU) de Pablo, no se emocionó con el abrazo entre su jefe de entonces y el fallecido Julio Anguita, advertía sobre el “miedo” (sic) que jamás debieron infundir en Podemos —y, efectivamente, lo transmitieron—, reconoce que Pablo era el espectáculo mediático y que tenía “obsesión comunicativa” y que a él le correspondía la “turra”; revela que escribía los discursos del jefe y, además, los suyos, que quiso irse varias veces, dejarlo, pero que terminó por no hacerlo. Hoy, su éxito es Madrid y su peana para Más País es de color verde y le muestra los confines de un espacio electoral más allá de la capital y de la región, quizás España entera.

No hace falta decir que a Iglesias se lo carga Errejón el 4-M de este año mediante el triunfo de la lista de Mónica García

No hace falta decir que a Iglesias se lo carga Errejón el 4-M de este año mediante el triunfo de la lista de Mónica García. Pero, siendo así, el vencedor atribuye el triunfo de mayo, al menos en parte, a “golpes de fortuna” (sic, en la página 359). El primero, que Pablo intentase una “opa hostil” sobre Más Madrid con su ofrecimiento de lista conjunta que fue, según el autor, “un intento de neutralización” a través de una pretendida “unificación bajo su tutela”. Y le salió mal a Iglesias por la veloz negativa de García (y suya, claro). Y otro favor de la fortuna: días antes de las elecciones del 4 de mayo, quiso el azar que le correspondiera a Errejón interpelar al presidente en la sesión de control. Lo hizo advirtiendo del daño psicológico de la pandemia en la población y, en ese momento, un lumbreras de la oposición le gritó: “¡Vete al médico!”. Todo el hemiciclo, salvo PP y Vox, le aplaudió. ¡Bingo! Nuestro autor es benigno con el PSOE y con Ángel Gabilondo. Este libro no va de dar pistas sobre dónde acaba su autor para evitar que saliven sus amigos y sus enemigos. 

Al final, un homenaje a Pablo. ¿Qué siente Íñigo cuándo abandona el ‘caudillo’? “Es como si viniera una enorme tristeza. Una sensación muy rara, de cierre de ciclo, de estar en otro sitio, pero saber que todo lo que hicimos habría sido imposible sin Pablo. Para mí es el fin de una trayectoria generacional (…) Pablo es muy listo… Es valiente. Éramos de la misma familia; mal avenida, pero de la misma. Se me queda el amargor de ese día y las ganas de que todos los que le han odiado le dejen hacer lo que quiera con su vida. Ha vivido situaciones injustísimas y… Yo sé, tienes derecho a que te dejen en paz” (páginas 369 y 370).

Emotivo ¿no? Y es que a Íñigo Errejón le dolerá la tripa, pero es perspicaz porque se muestra magnánimo, hasta en demasía, en la victoria. Porque este libro va de eso, de su triunfo, de su razón. Es un libro inclemente escrito con la ternura de los que han dejado atrás a sus verdugos políticos. Y justo en esa listeza emocional de Íñigo Errejón está su capacidad seductora. Un tipo tan fuerte que relata sus dolores de tripa cuando está nervioso o agobiado. En definitiva, un libro en el que hay aclaraciones históricas, bruma ideológica que niebla al personaje —dentro de un inequívoco izquierdismo de trazo ahora verde—, un texto destinado a su gente y a la izquierda, a los observadores curiosos de la derecha, a los periodistas y analistas políticos y a los que quieren, por una razones, y detestan, por otras, a uno de los personajes más sorprendentes de la ‘nueva política’ que sobrevivió, primero, a Albert Rivera y, luego, a Pablo Iglesias. Desde luego, aunque pueda parecerlo, no es un Bambi.