Los dos frentes independentistas, seria amenaza contra el Estado

EL MUNDO – 08/03/16 – EDITORIAL

· El Rey Felipe VI no procederá a realizar una nueva ronda de consultas, ya que ha optado por dejar a los partidos que tomen la iniciativa de negociar en las próximas semanas la búsqueda de una mayoría parlamentaria. Es lo lógico y lo coherente ya que hubiese sido una pérdida de tiempo volver a llamar a los jefes de los grupos en unos momentos en los que sigue sin haber una opción clara para formar Gobierno.

Según la Constitución, son los partidos los que deben llegar a acuerdos para articular una mayoría parlamentaria, de suerte que el Rey debe limitarse a encargar el trámite de la investidura al candidato que pueda reunir el apoyo necesario para formar Gobierno. Ahora mismo, no hay ningún líder con posibilidades de lograrlo.

Hay tiempo hasta el 2 de mayo para que los partidos puedan llegar a un pacto de Estado, pero sería peligroso que sus dirigentes se dejaran llevar por la inercia y esperaran hasta el último momento.

Nuestro periódico ha sido muy claro en su línea editorial, ya que, desde el primer momento y en vista de la fragmentación del mapa electoral, apostó por un Gobierno de coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos. Hemos sostenido que lo sustancial era un acuerdo en torno a un programa de reformas y que lo accesorio eran las personas y el reparto de poder.

No es cuestión de volver a repetir las muchas razones que justifican este Gobierno de los tres partidos que creen en la Constitución, pero sí que es necesario profundizar en la creciente amenaza del independentismo, que, en palabras de Arnaldo Otegi, va a abrir «un segundo frente» en el País Vasco, que se sumará al de Cataluña.

La salida de la cárcel del líder histórico de Batasuna y la cercanía de las elecciones autonómicas, previstas para octubre, han aumentado las expectativas de la izquierda abertzale de resucitar el independentismo, que había quedado seriamente tocado por los resultados de las municipales de la primavera pasada y luego de las generales, en las que Bildu había sufrido un importante retroceso.

Otegi pretende ahora presentarse como número uno de esa formación (si la Justicia se lo permite) y forjar una alianza con Podemos para poner en marcha un proceso muy similar al de Cataluña. Ello pasa necesariamente por quitarle apoyos al PNV de Iñigo Urkullu, que se ha convertido en su bestia negra.

Por su larga experiencia política, Otegi sabe que la izquierda abertzale carece de fuerza para ganarle el pulso al Estado español, pero ahora se le presenta una gran oportunidad si suma sus esfuerzos y se coordina con el independentismo catalán, que es el verdadero ariete que intenta romper la unidad de España. De ahí la teoría del «segundo frente».

Aprovechándose del vacío de poder, el Gobierno que preside Carles Puigdemont, sigue avanzando paso a paso hacia «la desconexión», prevista para el otoño del año que viene. Y se niega a acatar las resoluciones judiciales como la suspensión del Tribunal Constitucional de la llamada Consejería de Asuntos Exteriores, que ha cambiado de nombre pero se mantiene con las mismas funciones y con el objetivo de abrir nuevas «embajadas» por todo el mundo, sin reparar en su coste económico.

Lo más grave que ha sucedido en las últimas semanas es la decisión del Parlament de elaborar las tres leyes de ruptura que el Constitucional bloqueó al fallar contra la declaración del 9 de noviembre. Seguirá adelante mediante un procedimiento secreto para evitar que el Alto Tribunal pueda paralizar los trabajos pese a que los servicios jurídicos de la Cámara ya advirtieron que esas ponencias son ilegales porque no encajan en el Reglamento. La Mesa acordó dar luz verde a la iniciativa. Ello demuestra que a Junts pel Sí y la CUP les da lo mismo la legalidad vigente y que están incluso dispuestos a saltarse los usos más elementales del parlamentarismo al decretar como secretas unas tareas legislativas, una práctica sin precedentes en una democracia.

El avance paso a paso del independentismo catalán requiere respuestas jurídicas pero también políticas. Y un Gobierno en funciones como el que preside Mariano Rajoy carece de respaldo y autoridad para atajar el desafío secesionista.

España necesita un Ejecutivo con una amplia mayoría parlamentaria para responder a los dos frentes nacionalistas y eso es sólo posible si PP, PSOE y Ciudadanos se ponen de acuerdo para defender lo que les une.

EL MUNDO – 08/03/16 – EDITORIAL