Esteban Hernández-El Confidencial
- La expectación creada por la posible candidatura de la vicepresidenta segunda es elevada, y ella está jugando bien sus bazas. Pero tiene varios escollos que sortear, tanto internos como externos
Yolanda Díaz se ha convertido ya en materia absoluta de discusión político-electoral. Los pasos que está dando, muy medidos, no son fáciles, porque tiene que operar en un triple terreno: en el plano de la imagen pública, con su construcción como líder más allá del espacio que le había asignado su partido; en el de su posición dentro del gobierno, que no es sencilla; y en el de su relación con Podemos, más conflictiva que amable, y de los que parece estar emancipándose del todo.
La novedad principal en ese terreno son unas declaraciones en las que Díaz lanza una crítica al Gobierno, que parecen abrir de lleno una nueva etapa. Díaz afirmó que el 15 de febrero de 2020, cuando la pandemia azotaba fuertemente a Italia, convocó a su equipo para desplegar un montón de medidas porque veían lo que iba a pasar. El 4 de marzo presentó una guía «que fue enormemente polémica en el Gobierno y también fuera» y se la «acusó de ser una alarmista. Esto fue en la antesala del 8 de marzo». Para entender el mensaje de fondo que Díaz transmitió, hay que situar las declaraciones en su contexto.
El recado al PSOE
Díaz forma parte de este Gobierno, en el que ha tenido parte muy activa, y en el que la relación con el presidente ha sido bastante provechosa para ambos. Díaz no es Iglesias, tiene un perfil más institucional, y Sánchez ha inclinado en ocasiones la balanza a favor de Díaz en las discusiones internas y le ha dejado cierto margen, quizá porque era consciente de que se necesitarían de cara al futuro: no basta con los votos de su partido para mantener el Gobierno.
Lo que Díaz hace no es tanto hablar de la pandemia como lanzar un mensaje al PSOE: si no hay buena relación, no la habrá por las dos partes
Pero esa época de coexistencia pacífica y beneficio mutuo está acabándose. Los meses que vienen serán de mayor tensión, porque hay que aprobar reformas que van a ir en un sentido que le va a resultar difícilmente justificable a la ministra de Trabajo, porque Calviño gana cada día más peso, por lo que el margen que le queda a Díaz es muy estrecho, y porque soplan aires electorales. En ese escenario, lo que Díaz hace no es tanto hablar de la pandemia como lanzar un recado: si no hay buena relación, no la habrá por las dos partes; si llega el momento de la hostilidad, actuaré en consecuencia.
Compitiendo de tú a tú
Cabe recordar que esas declaraciones las realiza el día en que se hacen públicos los datos del paro registrado, con resultados notables, que anunciaban la recuperación de los niveles de empleo previos a la pandemia. Las cifras económicas no son tan positivas, las previsiones anticipan unos meses peores de lo esperado, pero el empleo sigue creciendo. De modo que el marco está claro también: Calviño no sabe gestionar, pero Díaz sí. Es en ese contexto en el que Díaz señala que los socialistas se equivocaron por no prestar atención a sus advertencias. Por así decir, ya está compitiendo con ellos de tú a tú.
Y esta advertencia es importante porque llega la reforma laboral, que será un momento importante de cara a la credibilidad de Díaz. La ministra ya ha afirmado en público que si la reforma laboral no sale el 31 de diciembre hará lo que tenga que hacer; en privado, sus afirmaciones son más contundentes.
La construcción de un liderazgo
El proceso con el gobierno, el ciclo de afinidades y desencuentros, que alcanza ahora una nueva fase, coincide con el de creación de un liderazgo de cara a las siguientes generales. Es un proyecto del que sabemos muy poco, pero en el que ha dejado algunas pistas: presencia en la fiesta del PCE, con un mensaje claramente vinculado al trabajo; en el congreso de CCOO, ejerciendo de ministra del sector; en el acto ‘Otras políticas’, al lado de mujeres que lideran distintas opciones dentro de España, y todo eso salpicado de intervenciones públicas medidas. El jueves aseguró también, en sus declaraciones a ‘La Cafetera’, que su deseo no es situarse a la izquierda de la izquierda, que busca un espacio transversal. Y al día siguiente se hizo público que ‘Yo Dona’ la había elegido como la mujer más influyente de España, con un posado en portada y un titular que subrayaba que ella no es «la típica mujer progresista».
No sabemos mucho de su proyecto, pero sí qué espacio quiere ocupar, el central: va a confrontar con el PSOE en el mismo terreno
Díaz está realizando un recorrido, paso a paso, por diferentes sectores, recogiendo simpatías en todos ellos pero sin comprometerse decididamente con ninguno, y cuyo destino final es un público mayoritario. En ese trayecto, no ha ido construyendo un proyecto, sino un perfil, un liderazgo. Las cualidades que ofrece son las de la tranquilidad, la cercanía y la ausencia de estridencias, pero también las de sus habilidades en la gestión, como ha demostrado con su trabajo en estos meses, y una mirada política amplia.
Díaz se sale del carril
En otras palabras, no sabemos mucho del contenido del proyecto, pero ya sabemos qué espacio quiere ocupar: el central. No va a quedarse en una esquina, va a confrontar con el PSOE en el mismo terreno. Si Iglesias está enfadado con Díaz porque pensó que influiría en ella una vez que la nombró sucesora, y ya sabe que no, el PSOE está molesto con la vicepresidenta segunda porque pensó que ocuparía el espacio asignado, el de complemento por la izquierda del partido central, y ahora percibe con claridad que Díaz se quiere salir del carril. Esa intención explica muchos de los conflictos presentes, también el revuelo de ayer en Moncloa por las declaraciones de la vicepresidenta y, en especial, por la portada de ‘Yo Dona’, que ha sentado especialmente mal.
Esta tensión temprana solo tiene sentido si ambas partes manejan como hipótesis que las elecciones generales serán pronto, en el 202
En tiempos políticos tan acelerados, los socialistas hacen bien en temer que su desgaste, que existe, pueda ser aprovechado por un nuevo liderazgo que represente la España que ellos han querido atraer, pero con el añadido de que Sánchez ha sufrido la erosión que el ejercicio del gobierno conlleva en momentos de crisis, y Díaz no, más al contrario; ha crecido como líder gracias a su presencia en el ejecutivo. Y está aprovechando el impulso. Se halla en la primera fase, haciendo crecer las expectativas y construyendo un liderazgo. Y le está funcionando, ya que está marcando el perfil, pero solo con eso no le basta. La segunda fase estará marcada por esta conflictividad latente con el PSOE, con la reforma laboral de fondo, y será complicada, porque a partir de ahora la hostilidad mediática será mayor, a un lado y otro del espectro político. Ahí podrá jugar la baza de persona sensata a la que los socialistas no escuchan, que es lo que transmitió con su advertencia sobre el inicio de la pandemia. Pero también tendrá que combatir a su propio espectro, porque Pablo Iglesias está intentando jugar sus bazas contra ella, por ejemplo, acelerando sus tiempos todavía más. Y luego vendrá la tercera fase, que tiene mucha pinta de proyecto de sociedad civil a lo Macron, y menos de partido político. Pero todo esto, empezando por las tensiones entre el PSOE y Díaz, solo tiene sentido si ambas partes (y hay que recalcar esto) manejan como hipótesis principal que las elecciones generales serán pronto, en el 2022, y no muy avanzado el año.