Los fracasados

EL MUNDO 21/05/15 – ARCADI ESPADA

Arcadi Espada
Arcadi Espada

· PODÉIS nació y se desarrolló en las televisiones y es coherente que allí deba morir, y a la manera de las televisiones. No se trata de mis opiniones, sino de las opiniones de Pablo Iglesias. En una entrevista que emitió el martes la televisión venezolana dijo que «la ventana de oportunidad» de Podéis podría cerrarse pronto y añadió que «si cambia el escenario no sé si tendré un papel tan relevante en ese futuro».

La «ventana de oportunidad» es un ejemplo de la parla dislocada que caracteriza el discurso político del partido, pero conecta subliminalmente con su claustro materno, puramente televisivo. En efecto: entraron por la ventana y aprovecharon su oportunidad. Ahora el share parece estar cansándose de ellos. Y como suele suceder cuando el share decae, los programadores ya estudian su sustitución. Lo formidable, sin embargo, es cómo Iglesias acepta, con qué aparente humildad, la situación: «No sé si tendré un papel…»

Si se tratara de la política seriamente considerada, estas declaraciones de un joven que lleva poco más de un año haciéndola provocarían gran estupor. Para alguien atravesado del fuego interno, del ideal sin concesiones, de la fuerza de la convicción que caracteriza al político verdadero, la renuncia después de un tiempo tan corto sería impensable. En la confesión de Iglesias no hay, por lo demás, nada de la arrogancia visionaria del que exige ser César o nada. Más bien se trata de aquel pueril y caprichoso «O Toddy o nada» con que el niñito exigía su colacao preferido en un anuncio televisivo de mi edad remota. Para comprender al líder no hay que salirse nunca de la televisión, su ontología.

Estas palabras de Iglesias (mucho más demoledoras, por cierto, que las de Rivera sobre la juventud o las de Rajoy sobre el paro) han debido de causar una impresión profunda en las gentes que confían en él. Entre otras cosas porque definen el rasgo principal de la casta política que su líder tanto pretendió debelar: la utilización de la política como un modo de promoción personal.

En Fuego y cenizas Michael Ignatieff no tiene empacho en asimilar la política al sacerdocio y la vocación política a una llamada. «La política no es el mundo del espectáculo para gente fea», advierte con un gran conocimiento del medio. Ignatieff perdió las elecciones y escribió luego uno de los más grandes libros sobre el fracaso. Algo que jamas podrá escribir Iglesias. El fracaso es un sentimiento noble y privativo, que en su caso solo podrán experimentar los que confiaron en él.